Eva es dueña de una empresa de guías de viaje, está felizmente enamorada de su esposo y podría decirse que lleva una vida casi perfecta. A pesar de haber cargado con un pasado tormentoso y de relaciones complicadas, por fin se encuentra en el lugar en donde debe estar. Conoce el amor, la calidez, la dicha de pertenecer… ¿qué podría faltarle?

 

En este punto venturoso de su vida, cerca de los cuarenta años, decide tener un hijo: Kevin, quien desde niño fue un chico problemático que parecía odiar la felicidad de su madre. Poco a poco, su hijo se convertirá en su peor pesadilla. Desde el inicio podemos sentir la creciente tensión entre ambos personajes, a quienes hemos obligado a amarse por default; después de todo, son madre e hijo. Esta tensión termina por volverse insoportable, y nos devora hasta ahogarnos en el remolino doloroso de palabras con las que Eva nos toca.

 

Lionel Shriver nos sumerge así en una narración epistolar sobre una madre que tal vez no quiso serlo, un hijo que encuentra belleza en la maldad, y la escalofriante relación entre ellos. Lo hace con una precisión violenta, dispuesta a romper cualquier mito que rodea una maternidad de la cual Eva no se siente partícipe. Vemos a la protagonista como una amiga, la comprendemos y vemos a través de ella los diferentes fragmentos que constituyen el crecimiento de un adolescente roto. No se sabe qué pudo salir mal. Al final, la única pregunta que queda es la de si los monstruos nacen o se hacen. La respuesta queda totalmente a la imaginación del lector.

 

Describiría el libro como una linterna que alumbra lo más oscuro de la vida familiar y rompe con la imagen a la que estamos acostumbrados. Somos los chicos que crecen, aman a sus padres, sacan buenas notas; somos los padres amorosos, los domingos en misa, los sábados de camping… hasta que la luz se enciende y se empeña en mostrarnos aquello que nos ocultamos.

 

El libro encierra tantas reflexiones sobre la vida misma que nos vemos identificados a través de él; explora el miedo, la otra cara de la maternidad y el amor de una manera frívola, sin matices. Si pudiera resumir este libro en una palabra, sin duda sería real.

 

Definitivamente, tenemos que hablar de Kevin.