Expedición de lectura: Ciencia ficción como herramienta para analizar la realidad

Puede que las palabras de Robinson sean un poco radicales, pero sin duda sirven de revulsivo para quebrar nuestros prejuicios respecto a la ciencia ficción. En primer lugar, se la suele etiquetar de escapista, de mero entretenimiento. Y si bien es cierto que muchas de sus obras tienen por objetivo divertir al lector (como sucede en todos los géneros… incluido el realista) semejante generalización nos veda el acceso a un vasto universo literario. En segundo término, se la suele asociar al futuro, y se cree que su mayor mérito consiste en predecirlo con acierto, cuando la verdad es que la ciencia ficción, en la mayoría de los casos, nos habla del presente; de tendencias, actitudes y preocupaciones reconocibles aquí y ahora, y de su hipotética evolución.

Dicho de otra forma, en lo que respecta al futuro la ciencia ficción no pretende mostrarnos cuál va a ser, sino hacernos reflexionar sobre cuál podría ser… E incluso siendo este un cometido valioso, su mayor fortaleza no radica allí, sino en la capacidad de generar extrañamiento sin llegar a la extrañeza. Para explicarme, transcribiré las definiciones de la RAE al respecto: generar «extrañeza» (‘cualidad de raro, extraño, extraordinario’) es el objetivo de la literatura fantástica, de la literatura maravillosa, e incluso de buena parte de la literatura de ciencia ficción. El «sentido de la maravilla» es el motor de la space opera, por poner un ejemplo. Sin embargo, la ciencia ficción también tiene la capacidad de generar «extrañamiento» (‘acción y efecto de extrañar o extrañarse’), entendiendo «extrañar» como: ‘sentir la novedad de algo que usamos, echando de menos lo que nos es habitual’.

En otras palabras: la ciencia ficción nos permite ver con cierta distancia las tendencias que asumimos como «normales», como inherentes a la realidad cotidiana, para que podamos preguntarnos si realmente lo son y, sobre todo, hacia dónde nos están conduciendo. Es entonces cuando la ciencia ficción se convierte en una herramienta (quizás la más poderosa de la que dispone hoy en día la literatura) para analizar la realidad que nos rodea. Y los libros que te invito a que leamos juntos dan buen ejemplo de ello

En otra línea temporal fue arquitecto, y vivió en Montevideo, y se esforzó por ser el próximo Rem Koolhaas…, pero de pequeño tuvo la desgracia de ver Cosmos y eso le dio carta blanca para explorar otros futuros. Podría haber saltado a alguno en el que fuera astrofísico (seguro que los hay), pero en su primera transición cayó en Madrid. En esa línea compatibilizó durante años su profesión de arquitecto con su vocación de escritor (en 2009 publicó su primera novela, Los ojos que miran), pero cuando volvió a cambiar de línea temporal, allá por 2013, solo se llevó la literatura. Fue una línea interesante, la de 2013: si mal no recuerdo se desarrolló en Dharamsala, al norte de la India. De allí saltó a Ginebra y desde allí siguió saltando. En la línea temporal en la que ahora se encuentra vivirá los próximos años en Guatemala…, lo que no impide que mañana, quizás, esté en otro sitio: lo interesante de los saltos temporales es que son impredecibles.

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Inscripción: https://bit.ly/3blh81I

Fechas: 

03 de agosto
Charla introductoria

07 de septiembre
Exhalación

05 de octubre
Kentukis

09 de noviembre
Solaris

07 diciembre
Los desposeídos