El ser humano crece, se transforma, se desliza sobre una espiral del tiempo con curiosidad y ahínco a lo largo de su existencia. Esto, Gavin Francis, un médico escocés, lo sabe muy bien. A través de una serie de relatos y reflexiones basadas en episodios que ha visto en sus pacientes, el escritor desarma y analiza cada pieza de nosotros desde una perspectiva médica y natural.

Con ayuda de la ciencia, Francis nos presta sus ojos, con los cuales nos vemos reflejados tal y como somos: seres sangrantes, sexuales, mortales; seres que ríen, que lloran, que tienen hambre, que duelen y envejecen. No se me ocurre otra palabra mejor para describir este libro que «humano», ya que está cargado de una fuerte dosis de cotidianidad y sentimentalismo.

Sin duda, es un gran signo de interrogación que nos invita a interiorizar en nuestra mortalidad. Esta es la belleza y el don que lo hace una lectura formidable, y no veo cómo alguien querría perdérselo.