Cinco años de libros para un extraordinario club de lectura

Marilyn Pennington

Quisiera invitarlas a una caminata por el bulevar de las lecturas que nuestro club ha disfrutado a través de estos 5 años de reuniones mensuales. Esta caminata incluye pequeños recordatorios de las historias que nos han acompañado en este largo recorrido.

En 2015 se empezó con la idea de hacer juntas un trechito de camino lector, por lo que, muy adecuadamente lo hicimos con El Insólito peregrinaje de Harold Fry,  de Rachel Joyce, por la isla inglesa, gracias a un llamado desde el pasado que lo obliga a llevar una carta en mano a una compañera de trabajo de veinte años atrás. El viaje lo lleva realmente al interior de sí mismo. Nuestra siguiente parada es en Cerdeña, a donde, de la mano de Grazzia Deledda, Premio Nobel de Literatura en 1926, conocemos en Cósima escenarios de fábula y leyenda con personajes acosados por el miedo al pecado y a la soledad. Hacemos un alto para leer a Iris Murdoch, en El sueño de Bruno, que nos presenta a este anciano, Bruno, obsesionado por su pasado y rodeado de personajes perdidos en un laberinto de intensos sentimientos; todos construyen una trepidante trama de amor, celos, venganza, remordimiento y redención. Luego, nuestro camino se alargó hasta Nueva Zelanda donde, En la bahía, de Katherine Mansfield, nos encontramos con que amanece, vuelve la luz, baña la tierra y el mar. Los habitantes de la colonia veraniega despliegan, o callan, sus menudencias, sus juegos, sus recuerdos, los sueños que no han cumplido y los que algún día cumplirán. Al final del día todo queda en calma.  Con Kate Chopin, en El despertar, nos topamos con la protagonista que tanto nos gusta. Edna Pontellier es una mujer burguesa que entra en crisis al poner en duda el papel del matrimonio y la maternidad, manifiesta abiertamente su deseo sexual y decide romper con toda la seguridad que le otorga su privilegiado estatus social.  Hierba amarga es un libro que describe las vivencias de la autora, Marga Minco, en Holanda durante la Segunda Guerra Mundial. La autora evoca con sencillez y distanciamiento sus recuerdos de los años de la guerra.  Lo hace con un estilo lacónico en el que sugiere más de lo que muestra. Después, en París asistimos a El baile, cuya autora, Irene Nemirovsky, dotada de una afilada percepción psicológica, condensa en pocas páginas una historia donde la difícil relación madre-hija y el ansia de reconocimiento social se funden con la pasión por la vida y la búsqueda de la felicidad. Terminamos ese 2015 el año en compañía de Mi Antonia, de Willa Cather, personaje entrañable que nos lleva a conocer las historias de los colonos en Estados Unidos.  Se recorrieron muchos tiempos y distancias, y nos adentramos en las emociones que humanos y personajes compartimos.

 

El 2016 lo empezamos en Londres y Nueva York con 84, Charing Cross Road, de Helene Hanff, que nos enseñó tanto de literatura y de relaciones humanas admirables, con ese estilo literario epistolar tan apreciado. En El Club de lectura del final de tu vida, de Will Schawlbe, la protagonista (madre del autor) nos da lecciones sobre la importancia del servicio a otros y especialmente sobre morir, todo aderezado de sugerencias de lecturas importantes e imperdibles. Al llegar a La puerta, de Magda Szabó,  Emerenc nos recibe con su personalidad desbordante ante quien todos tenemos que inclinarnos y al terminar la lectura sabemos a ciencia cierta que este personaje nos acompañará toda nuestra vida. No se queda atrás Bonaira, La acabadora, de Michela Murgia, quien desde Cerdeña nos muestra de qué va la compasión y cuándo es importante invitar a pasar a la muerte. Luego de estos primeros libros del 2016 en los que la muerte nunca está lejos, nos vamos a Suecia, de la mano de Linda Olsson, a conocer de la amistad entre dos mujeres, Astrid y Veronika, de edades distantes, como abuela y nieta, que, sin embargo, establecen un vínculo muy estrecho a través del cual los secretos que las atormentan saldrán a luz y su profunda y sincera amistad dará nuevo sentido a sus vidas. Y luego, vamos a la Viena de antes de la Segunda Guerra Mundial en donde otro personaje femenino nos impacta con su fortaleza, La diosa de las pequeñas victorias, el fascinante retrato del matrimonio del matemático Kurt Gödel y su esposa Adele, a quien admiramos cada vez que la recordamos. La autora, Yannick Grannec,  francesa, nos regala una magnífica novela en la que combina la historia real con la sensibilidad humana al permitir conocer al personaje desconocido detrás del nombre famoso. Regresamos a Budapest, esta vez con La balada de Iza, otra novela de Magda Szabó que nos narra la difícil relación entre una hija y su madre viuda. Las mejores intenciones a veces tienen las peores consecuencias, al tomarlas sin pensar en el otro. En Paris, nos recibe La elegancia del erizo, de Muriel Barbery,  una novela con dos protagonistas, una niña y una portera de edificio parisino, quienes, desde sus propias perspectivas, nos hacen ver lo absurdo del mundo moderno. De nuevo de la mano de Marguerite Yourcenar, esta vez hacemos un viraje hacia el mundo romano con lo que se ha dado en llamar la primera novela postmoderna, Memorias de Adriano, un libro absolutamente imperdible para cualquiera que se diga político y para todos los que vivimos en este siglo XXI.  Regresamos al siglo XX con La luz entre los océanos, libro de M.L. Stedman, en la que nos enfrentamos a la desgarradora historia de una pareja aislada en una islita al sur de Australia siendo los guardianes del faro y su decisión de quedarse con una bebé que llega milagrosamente en una lancha. Y en el mismo siglo XX, pero en Londres y de la mano de la inigualable Doris Lessing, conocemos a Janna y Maudie en El diario de la buena vecina, Maudie la viejita encorvada con orgullo indomable y Janna la ejecutiva exitosa. Muy poco en común tienen, salvo una amistad que entablan en la que florece la ternura. Y así, este año 2016 lo terminamos de nuevo en la isla británica, en El jardín olvidado, de Kate Norton, novela sobre una niña abandonada en un barco con destino a Australia. Los secretos no duran eternamente y es la nieta quien logra develar el misterio de esta niña desaparecida.

 

Para 2017 ya se han sumado más lectoras adictas a nuestras historias mensuales, generalmente escritas por mujeres y generalmente también con protagonistas mujeres admirables. Este año nuestras lecturas serán bastante eclécticas, pero igualmente disfrutables. Empezamos el año en Japón, en Tokio mismo, a donde nos lleva Yoko Ogawa, con La fórmula preferida del profesor, una novela optimista que genera fe en el alma humana, contada con la belleza sencilla y verdadera de un larguísimo haiku. El huraño profesor y la madre soltera con su hijo entablan una relación en la que la compasión y el cariño son el manto protector. La clásica novela Matar un ruiseñor, de la enigmática escritora Harper Lee, nos llevó por otros senderos hacia el sur estadounidense de los años 30 del siglo XX. Esta novela retrata de manera muy clara la irracionalidad de la actitud de los adultos hacia la raza y la clase social.  Tratando otro tema similar, esta vez en Alemania, luego de la Segunda Guerra Mundial, Bernhard Schlink, con El lector nos presenta una relación amorosa entre un adolescente y una mujer madura. Una deslumbrante novela sobre el amor, la culpa, el horror, la piedad, con la lectura en voz alta como telón de fondo. Y, llegando a Israel, Una historia de amor y oscuridad, en la que Amos Oz nos entrega la historia de su infancia y adolescencia, una narración llena de aspiraciones poéticas y afán político: una novela que consigue llegar al corazón del lector. Siempre con el tema de la Segunda Guerra Mundial, vamos a la Francia ocupada, nuevamente con Irene Nemirovsky, quien, en Suite francesa nos presenta el fiel reflejo de una sociedad que ha perdido su rumbo y ha abandonado a su suerte a judíos franceses. A mediados de año cambiamos rumbo para leer una novela en la que se entrelazan la historia de Marie Curie y recuerdos personales de la autora. La ridícula idea de no volver a verte, de Rosa Montero, fue una lectura muy diferente en la que las anécdotas transmiten el primitivo placer de escuchar buenas historias. Y vamos entonces al norte, a Suecia, de la mano de Marianne Fredriksson, con Las hijas de Hanna; este libro nos pone ante el hecho incontestable de que realmente no conocemos a nuestra madre. La conocemos como madre, pero no conocemos a la mujer detrás de esa función vital. Sin embargo, nuestra identidad está modelada por todo lo que nuestras madres y abuelas fueron, vivieron, sufrieron. Anna emprende ese viaje al pasado de su madre y de su abuela en busca de esos códigos secretos que forman parte de ella. Y seguimos con otra historia en la que también hay una complicada relación madre-hija, vamos a Indochina de la mano de Marguerite Duras, con El amante brevísima novela que narra en pocas páginas las relaciones que desgarraron a su familia y grabaron prematuramente en su rostro los surcos de la madurez. A raíz de una participación de la autora, Nell Leyshon,  en unos talleres de escritura creativa en una prisión inglesa, sale esta novela, El show de Gary un recuento de todos los fantasmas interiores que hay que vencer para abrazar el milagro ordinario del día a día y hallar la redención en una vida que podamos llamar nuestra. Seguimos luego con otro libro de Marguerite Yourcenar, Opus nigrum, ambientada en la Europa del siglo XVI, este libro narra el trágico destino de un hombre excepcional y nos hace revivir la fascinante época que va de la Edad Media al Renacimiento. Zenón es el nombre del personaje de Opus nigrum y está inspirado en el químico alemán Paracelso, el médico español Miguel Servet, el filósofo italiano Tommaso Campanella y Leonardo da Vinci. Este año se termina con la lectura de La oculta, novela de Héctor Abad Faciolince, gira en torno a La Oculta, una finca escondida en las montañas de Colombia. Pilar, Eva y Antonio Ángel son los últimos herederos de esta tierra que ha sobrevivido a varias generaciones de la familia. En ella han pasado los momentos más felices de su vida, pero han tenido que enfrentarse también al asedio de la violencia y el terror, al desasosiego y a la huida.

 

El 2018 lo empezamos con El manantial, de Catherine Chanter, excelente lectura para estos tiempos inciertos e inesperados. En este caso es la escasez de agua que se sufre en el Reino Unido. Y con este telón de fondo, se desarrollan las historias de Mark y Ruth y su nieto Lucien. Otra historia en la que las decisiones que se toman desencadenan dramas de los que es imposible recuperarse. Paul Auster nos trae luego, Brooklyn follies y nos lleva a otro mundo, más real, más conocido, efectivamente más americano, más utilitario, pero a la vez, tal vez demasiado americano, en donde todo tiene una pátina de cuento de hadas y final feliz. Pero, luego regresamos a nuestro estilo de libro La extraña desaparición de Esme Lennox, en la que la inigualable Maggie O’Farrell, con su brillante imaginación y su talento para construir personajes memorables y transmitir emociones logró mantenernos sin aliento hasta la última página. ¡Imperdible, como pocos, este libro! Y, de nuevo en el continente americano, nos recibe Amity Gage, joven autora norteamericana de Las buenas intenciones, libro en el que la búsqueda de la identidad, los fantasmas del pasado, el amor insatisfecho, los sueños malogrados, en suma, todo aquello que determina la conducta de una persona converge en Eric, un hombre contradictorio y seductor, dispuesto a arriesgarlo todo por la necesidad de compartir tiempo con su hija. El típico libro de dilemas morales que tanto apreciamos y tantas discusiones suscita. ¡Otro favorito! Huy….. y ahora viene Manual para mujeres de la limpieza un libro no muy habitual en nuestro club porque es un libro de cuentos, no una novela, en el que Lucía Berlín, con su inigualable toque de humor y melancolía, hace eco de su vida, asombrosa y convulsa, para crear verdaderos milagros literarios con episodios del día a día. Las mujeres de sus relatos están desorientadas, pero al mismo tiempo son fuertes, inteligentes y, sobre todo, extraordinariamente reales. Ríen, lloran, aman, beben: sobreviven. ¡100 puntos! El siguiente libro es un libro inusual, Vida y muerte de Sophie Stark, de Anna North, libro que nos habla de las extrañas relaciones que se dan entre la realidad y la ficción y de cómo los creadores muy a menudo manipulan su propia vida para concebir sus obras sin importarles demasiado las consecuencias. Una lectura diferente, que nos dejó perplejas. Los dos siguientes libros fueron libros importantes en el 2018, por lo que, quisimos integrarlos a nuestras lecturas que son, usualmente, de autoras (casi siempre) importantes pero no de primera plana. Son dos libros distópicos, muy diferentes uno de otro, pero perturbadores ambos: El cuento de la criada de Margaret Atwood en el que los peligros inherentes a mezclar religión y política; el empeño de todo poder absoluto en someter a las mujeres como paso conducente a sojuzgar a toda la población; la fuerza incontenible del deseo como elemento transgresor: son tan sólo una muestra de los temas que aborda este relato desgarrador y El ministerio de la felicidad suprema de Arundhati Roy  en el que Roy nos embarca en un viaje íntimo de muchos años por el subcontinente indio, de los barrios masificados de la Vieja Delhi y las carreteras de la ciudad nueva a los montes y valles de Cachemira y más allá, donde la guerra es la paz y la paz es la guerra.  Y luego, rompemos la casi-regla, y leemos a Sergio Ramírez, porque el personaje de La fugitiva es realmente impresionante y está basado en una mujer de carne y hueso. Tres voces femeninas nos relatan la vida dramática de una mujer que eligió el oficio maldito de escribir en una sociedad cerrada y provinciana. Tres voces, tres maneras de concebir la vida, la amistad y el amor, pero todas con un denominador común: contarnos quién fue la deseada y envidiada Amanda Solano. Y para casi terminar este año extraordinario de lecturas impactantes, Tenemos que hablar de Kevin, de Lionel Shriver (aunque no lo parezca, es mujer, pero ¡se cambió el nombre!). «Excelente: por su inteligencia, su lucidez, su sentido del humor –extraño, macabro a veces, pero siempre eficaz– y también, desde luego, por la audacia con que ataca uno de los mitos, el de la maternidad feliz, más intocables de la cultura en que vivimos» (Laura Freixas). ¿Qué más les puedo decir? Este libro está grabado indeleblemente en nosotras y tenemos pendiente una segunda reunión para seguir hablando de él, ¿no?  Y el último libro del año es de Elizabeth Stout, autora norteamericana que nos trae Me llamo Lucy Barton: En una habitación de hospital en pleno centro de Manhattan, delante del iluminado edificio Chrysler, cuyo perfil se recorta al otro lado de la ventana, dos mujeres hablan sin descanso durante cinco días y cinco noches. Hace muchos años que no se ven, pero el flujo de su conversación parece capaz de detener el tiempo y silenciar el ruido ensordecedor de todo lo que no se dice. En esa habitación de hospital, durante cinco días y cinco noches, las dos mujeres son en realidad algo muy antiguo, peligroso e intenso: una madre y una hija que recuerdan lo mucho que se aman. Este 2018 fue un año espectacular en lecturas, todas, todas muy, muy buenas. 


Y, así llegamos al año pasado, el 2019, que empezamos con La mujer rota, de Simone de Beauvoir, «La mujer rota es la víctima estupefacta de la vida que ella misma eligió: una dependencia conyugal que la deja despojada de todo y de su ser mismo cuando el amor le es rehusado…» Tres historias que no por pertenecer a un pasado no tan cercano, dejan de ser muy perturbadoras. Y ahora sí transgredimos nuestros principios: por algún motivo creímos necesario hacer un paréntesis para leer a García Márquez y no solo un libro suyo sino tres de corrido. Nuestras lecturas fueron entonces estas: Cien años de soledad, El amor en los tiempos del cólera y Crónica de una muerte anunciada. Las tres son lecturas muy diferentes a las que nos habíamos habituado, y leerlas una detrás de la otra también nos hizo apreciar más las lecturas de mujeres que seguimos prefiriendo aunque, por supuesto, disfrutamos de García Márquez como gran exponente de la literatura latinoamericana que es. Y, con el propósito de leer algunos libros escritos en español, continuamos nuestro trayecto lector con algunas autoras españolas: Nada de Carmen Laforet nos impactó. Cuando el libro acaba, el lector tiene la seguridad de poder encontrar, al volver la esquina, a una muchacha pálida y triste, con toda la fuerza de su juventud condensada en el mirar. Es Andrea, absorta, queriendo algo, sin saber qué. Como el resto de los protagonistas, ha nacido a la vida real por un prodigio de la creación artística. Seguimos con Mejor la ausencia de Edurne Portela, quien nos presenta una familia destruida, atravesada por la violencia de su entorno. Amaia, la pequeña de cuatro hermanos, narra ese entorno brutal desde su mirada de niña y adolescente. En ese camino de ida y vuelta, en sus huidas y regresos, descubrirá, a su pesar, que nadie escapa del entorno en el que se cría, de la familia que le toca en suerte. Y que reconocerlo es la única manera de sobrevivir. Por último, de autoras españolas, un clásico de la guerra civil, La plaza del diamante de Mercé Rodoreda. “La novelista – dice Joan Fuester- ha sabido encontrar el tono del personaje con una exactitud prodigiosa. Hay pocas novelas de tanta espontaneidad aparente lograda con tal sutileza.” El destino de una mujer común, aceptado sin cuestionamientos y la narración sencilla y abierta de ese destino hacen de este libro una lectura conmovedora. Y de estas autoras españolas nos vamos a leer a una inglesa, una escocesa (que nos encanta), una franco-marroquí y una francesa. Mucha variedad de nacionalidades, pero el tema central de estas historias es la maternidad. Así, empezamos con La piedra de moler de Margaret Drabble. La protagonista de esta novela, una joven brillante que prepara su doctorado sobre el soneto isabelino en el swinging London de la década de 1960, se queda embarazada del hombre con quien tiene relaciones sexuales por primera y única vez. Tras las primeras dudas, decide seguir adelante con el embarazo y dar a luz sin pareja, sin casarse, sin decirle nada al padre de la criatura. Una compleja reflexión sobre lo que significa tanto la independencia como la necesidad de los demás. Una novela que deja mucho que discutir, y, el carácter tan poco emocional de la protagonista no nos termina de cuadrar a las latinas. Maggie O’Farrell (sí, de nuevo), nos trae La primera mano que sostuvo la míalibro en el que entrelaza la vida de dos mujeres separadas por varias décadas: el arte, el amor, la traición, los secretos y la maternidad establecen extraños paralelismos entre ellas. ¡La protagonista inicial es un personaje al que todas entregamos nuestro corazón! El tercer libro de esta secuencia sobre la maternidad es el más pertubador de todos: Canción dulce de la joven escritora franco marroquí, Leila Slimani. Myriam, madre de dos niños, decide reemprender su actividad laboral en un bufete de abogados a pesar de las reticencias de su marido. Tras un minucioso proceso de selección para encontrar una niñera, se deciden por Louise, que rápidamente conquista el corazón de los niños y se convierte en una figura imprescindible en el hogar. Pero poco a poco la trampa de la interdependencia va a convertirse en un drama. Con un estilo directo, incisivo y tenebroso en ocasiones, Leila Slimani despliega un inquietante thriller donde, a través de los personajes, se nos revelan los problemas de la sociedad actual, con su concepción del amor y de la educación, del sometimiento y del dinero, de los prejuicios culturales y de clase. Y el último libro de esta serie maternal, es Un amor imposible, de Christine Angot, quien en este libro dirige la mirada hacia su propia vida para narrar la historia de tres personajes marcados por los amores imposibles, la diferencia de clase, la dominación, los traumas. Pero el eje central del libro es la compleja relación entre una hija y su madre, devastada por todo lo que ha sucedido y que, para reconducirse, superar el pasado y buscar la reconciliación debe vencer silencios, heridas abiertas, sentimientos de culpa. Y casi terminamos el año (porque el siguiente libro lo leemos en 2 meses, diciembre 2019 y enero 2020), con un libro autobiográfico, El club de los mentirosos. La tragicómica niñez de la autora, Mary Karr, en una localidad petrolera del este de Texas nos presenta a unos personajes tan misteriosos como divertidos: un padre bebedor, una hermana que con doce años le planta cara a un sheriff, una madre con un sinfín de matrimonios a sus espaldas y cuyos secretos amenazan con destruirlos a todos. Precisamente, será la madre, ese personaje maravilloso, quien se convertirá a lo largo del libro en la clave de esta gran historia, de esta novela autobiográfica e inolvidable.  El siguiente libro, ya del 2020, Tú no eres como otras madres es de Angélika Schrobsdorff y en él reconstruye la vida de real e inconformista de su madre una mujer nacida en una familia de la burguesía judía de Berlín, liberada de los prejuicios de su tiempo y deseosa de casarse con un artista (y no con el «excelente partido» que le han buscado, un comerciante opulento y maduro). Así, Else vivirá de lleno el nacimiento de un nuevo mundo junto a la culta bohemia berlinesa de los «locos años veinte», un periodo en el que tendrá tres hijos de tres padres diferentes, fiel a las dos promesas que se hizo de joven: vivir la vida con la máxima intensidad y tener un hijo con cada hombre al que amara. Esta es, por tanto, la historia de una mujer singular y sedienta de independencia, que será arrollada por aquello mismo en lo que se negaba a creer al principio: el presente. Llegando al final leímos a Catherine Banner, joven escritora inglesa de La isla de las mil historias, con unos personajes memorables, situados en un entorno natural imponente, que hacen de La isla de las mil historias una novela singular, rebosante de vitalidad y fantasía, en la que la fuerza y la fragilidad del ser humano se manifiestan en un espacio casi mítico donde se difuminan los contornos entre leyenda y realidad. Tal vez un poco demasiada fantasía para nosotras, lectoras acostumbradas a la cruda realidad, ¿no? Y el último libro con el que cerramos el círculo de 5 años de lecturas mensuales ininterrumpidas es Todo cuanto amé de Siri Hustvedt, una historia muy bien armada que contiene tanto la reflexión introspectiva como el “thriller” psicológico, logrados con gran maestría por un narrador con quien uno se identifica como el personaje entrañable, bondadoso y memorable que es, a la vez que muy humano. Un buen libro para cerrar un círculo de lecturas que ha durado 5 largos años. Gracias a todas por la compañía.