El ruido de las cosas al caer.

El miedo que se respira como trasfondo de la novela es el que sufre toda una generación colombiana que crece al mismo tiempo, aunque no al mismo ritmo, que la violencia  generada por el rentable negocio de las drogas. Un miedo que se puede hacer presente en cualquier lugar y en cualquier momento, como si se tratase de la invocación del omnipresente Espíritu Santo. Un miedo que se reactiva cada vez que escuchas un ruido fuerte, que te hace sudar frío cada vez que ves un movimiento brusco en las calles. Un miedo que te hace tener presente el teléfono público más cercano por si fuese necesario. Un miedo que toma forma de estigma en una generación completa de bogotanos. Miedo a todos, pues la violencia llegó a ser tal que cualquiera podía ser el siguiente y en cualquier lugar: en un avión, en el congreso, en una calle, en un supermercado. Es la “generación que nació con los aviones, con los vuelos llenos de bolsas y las bolsas de marihuana, la generación que nació con la Guerra contra las Drogas y conoció después sus consecuencias.” 

Parafraseando al narrador, “el miedo era la enfermedad de los bogotanos de su generación”. Los muertos de esos años ya no eran únicamente de los que se dedicaban al negocio, ni se trataba de “cuchilladas baratas y tiros perdidos”. En cambio, los actores eran “colectivos y sus nombres se escriben con mayúsculas: el Estado, el Cartel, el Ejército, el Frente”. Entre sus muchas víctimas, se encuentran personajes importantes de la Colombia de esos años. Y los jóvenes bogotanos que crecieron en esa época se preguntan entre ellos, lo mismo que ahora lo hacen los que eran jóvenes americanos durante el once de septiembre del 2001: ¿dónde estabas tú cuando ocurrió lo del ministro de justicia Rodrigo Lara Bonilla en el 84? ¿Y cuando le ocurrió al director del periódico El Espectador Guillermo Cano en el 86? ¿Y en el 89, con el candidato presidencial, Luis Carlos Galán? Pero las víctimas no fueron solo ellos, sino que fue toda Colombia. Y ellos lo entendieron, como dice Maya en el libro, cuando explotó el avión de Avianca. La guerra no la libraban contra el Estado colombiano, sino que contra todos. 

La novela de Juan Gabriel Vásquez, El ruido de las cosas al caer, premio Alfaguara 2011, es una conmovedora historia que empieza con la decadencia del narcotráfico y una generación que tiene que aprender a vivir con sus consecuencias. Puede ser eliminando uno de los hipopótamos que trajo Pablo Escobar a Colombia o reformando el Parque Temático Hacienda Nápoles, pero del pasado uno no escapa, uno aprende a vivir con él. Porque de eso también trata la novela (y gran parte de la literatura). ¿Qué hacemos con nuestros recuerdos, por qué volvemos a ellos, si sabemos que nada bueno nos traerá? Pregunta inútil aparte porque no somos nosotros los que volvemos, sino que es el pasado que, de alguna manera u otra, viene por nosotros, viene a pedirnos cuentas y cuando venga nos preguntará, ¿dónde estabas tú cuando todavía había un futuro por construir?