JUIO CORTÁZAR.

El 12 de febrero de este año 2019 fui al cementerio de Montparnasse en el distrito catorce de París porque se cumplían 35 años exactos de la muerte de Julio Cortázar, mi escritor latinoamericano de cabecera, hombre que amaba además el jazz, hecho que me hace vivir y disfrutar aún más su Literatura. Fui totalmente persuadido de que en su sepultura iba a toparme con una multitud innombrable, o cuando menos con muchos turistas del mundo entero haciéndose selfies grotescos como es el caso en la tumba de Jim Morrison en el cementerio de Père Lachaise, o como mínimo con un club de lectura de fans franceses o muchas flores enviadas por sus editores en todos los idiomas, pero no había nada ni nadie. La tumba, en donde están también enterradas dos de sus compañeras de vida, Carol Dunlop, que muriera muy joven a su lado, y Aurora Bernárdez que fue su primera esposa y lo acompañó de nuevo durante sus últimos dos años de vida, estaba vacía del lado de los seres vivos. Estuve un rato ahí, sin más, porque en la muerte no hay nada que ver aunque curiosamente los cementerios siempre me hagan reflexionar cuando ya estoy afuera. Puse la rosa que llevaba, hice algunas tomas con todo el cariño que me merece el escritor y su obra que acompaña mis días. Fotos y vídeos que no había podido volver a tocar hasta hoy que hice este montaje.
Mientras, el tiempo sigue pasando.

París, verano de 2019.

© Marlon Meza Teni