Las memorias de la primera mujer afroamericana que entró a la Casa Blanca como primera dama, podrían precipitadamente catalogarse como lectura predecible, un recuento de hechos políticos vistos desde adentro, la narración de un gobierno que como todos tuvo un principio y un final. No esperamos que utilice recursos literarios, que defina emociones en términos de escritora, mucho menos que sus páginas despierten a nuestro ser lector como lo saben hacer aquellos que han dedicado su vida a la literatura.

Con esa predisposición inicié la lectura. La sorpresa empecé a experimentarla desde el principio. Una niña pequeña, afroamericana, con chonguitos, se sienta a los 4 o 5 años frente a un piano al que no le servían todas las teclas. Quiere aprender.

Michelle Robinson vive con sus padres y hermano en un pequeño apartamento, rentado, ubicado en el segundo piso de la casa de sus tíos abuelos. La maestra de piano es ella, su tía abuela Robbie. El fuego que la pequeña lleva dentro incendia el que la tía-maestra también posee. La niña tenía sus propios planes en su incipiente educación musical, la maestra era dama de rigor. La pequeña Michelle muestra desde el principio las capas complejas y sólidas que construirían su temple.

Con ricas descripciones de personas, vivencias y escenarios emocionales, haciendo gala de una mirada sumamente observadora, Michelle dibuja un paisaje completo del barrio, el tiempo y el ambiente en donde creció. Es una magnifica contadora de historias. Con franqueza y gratitud habla de sus orígenes en un barrio de clase media/popular, de sus abuelos descendientes de esclavos, de cómo la educación superior no fue una opción para ellos. Logra que sintamos la fuerza centrífuga que gobernaba la dinámica de su familia.

Describe su vida, no la explica. Esa es tal vez, la razón por la cual Becoming se convierte en un ameno paseo.

Su padre era servidor público, su madre ama de casa, ambos conscientes de que lo mejor que podían hacer por sus hijos era darles una educación esmerada. Ellos se alinean a la filosofía que regía el propósito de sus padres. Aprenden a valorar, desde niños, los sacrificios que hacen por ellos. Comprenden la verdad que subyace bajo el hecho de ser afroamericanos en Southside Chicago, conocen su vulnerabilidad, pocas décadas después del movimiento de los derechos civiles.

A Michelle la definen muchos acontecimientos, cotidianos en su mayoría. Su narrativa, rítmica e íntima, repleta de imágenes, nos lleva desde un kindergarten en donde luchaba por destacar, hasta Harvard, pasando por Princeton y una transformación de niña afroamericana que hablaba con dicción de niña blanca a abogada en una reconocida firma. Un lugar de aires corporativos en donde, por casualidad o destino, conoce a un extraño joven que llega a hacer una pasantía. “Un híbrido, hijo de padre africano de Kenya, madre blanca de Kansas que nació y creció en Honolulu...” un tipo con voz de barítono quien “mientras era estudiante, leía filosofía y literatura clásica con fervor y escribía (mala) poesía.” Su nombre, tan poco usual como sus puntos de vista, es Barak Obama.

Michelle habla del encuentro, de la colisión entre sus conceptos sobre lo que significaba el éxito o el progreso y de cómo, sin prisa, nace entre ambos un vínculo tejido por muchas hebras que los convierte en pareja.

El andar político de su marido lo describe desde su interior, es su mirada femenina la que transmite los acontecimientos. Su cuidadosa observación no escatima detalle. Conoce la relevancia de su rol de compañera, lo construye cuidadosamente. Mientras su marido recorre el sendero político, ella se plantea cuestionamientos personales respecto al grado de contribución que logra a través de su trabajo. Sin miramientos políticamente correctos, describe la carrera contra reloj de las campañas políticas, las líneas que dividen lo que ellos pretenden unir, las grietas del sistema, los vericuetos que inventa para balancear la vida familiar con la vida pública y lo que llegar a la Casa Blanca gestó para siempre en su interior.

Becoming es en esencia la historia de una mujer. Una líder de piel obscura y claridad mental que  habla de cambio, esperanza, inspiración y trabajo arduo. Pero también reconoce sin tamiz ni velo, los muchos pasos que hacen falta, el peligro de las diferencias, las muchas carencias de los menos privilegiados, la complejidad racial y política en un país que apuesta por la libertad.

Ante todo, Michelle Obama insiste en el poder que otorga a cada individuo su historia personal.