Vuelve Vania. Vania con su palabra de imagen, con el movimiento ondulante de sus frases, Vania con sus sueños. En el ecosistema literario, existe un gozo muy dulce cuando un autor de los nuestros publica algo nuevo. De los nuestros tiene en este contexto doble  propósito. Nuestra, porque Vania es guatemalteca. Mía –y me visto de egoísmo─ porque es de mis favoritas.

No se sale ileso de “Después del fin” y sus cuentos cronometrados ni de “Quizá ese día tampoco sea hoy”, el poemario en donde conocemos a Edgar Allan Poe frente a Catedral. Queda una, sin remedio, pidiendo más de la autora.

“Tratar de recordar un sueño del que solo nos queda una imagen es como tratar de recordar el volumen de agua que sostuvo una mano mojada.”

“Cuarenta noches” fue un feliz hallazgo, un regalo de fin de año. En cuarenta textos, algunos brevísimos, Vania viaja y nos lleva consigo a una galaxia de sueños, íntima y personal. A un plano paralelo que cruza de la razón a las sombras de lo fantástico, que danza entre el deseo y el temor.  En él, una voz siempre femenina, cuidadosa al extremo del lenguaje, abre ventanas a estampas multidimensionales en donde los miedos cobran forma de bicho, de agujas siniestras en un reloj que marca madrugadas o de nuestra propia imagen.

Sobre la cadencia de su  prosa limpia, Vania construye espaldas indispensables para no naufragar con la misma fluidez con la que dibuja naufragios que suceden en olas de sábanas.  El espejo, elemento que se repite por su capacidad luminosa de devolvernos versiones alternas del yo, es casi un hilo conductor. Con ingenio, la autora construye en las imágenes que devuelve, un lenguaje simbólico para interpretar el misterio de los sueños. O para intentar llegar a algún sitio pequeño de esa interpretación imposible. También suceden una y otra vez encuentros con aves. Aves que sangran o aves que vuelan. Aves expertas en el arte de huir. Noches que parecen días, días que nunca llegan, escaleras que se convierten en jaulas hechas de libros.

A vuelta de página, Vania Vargas abre el imaginario de su lector a la frágil certeza de que en los sueños habitan realidades distorsionadas y distorsionantes, pero realidades al fin. Algo quieren decirnos. Mucho tiene ella que decir de los suyos.

Cuarenta noches se erige como un irresistible encuentro con ese universo siempre misterioso que sucede dentro de la inconsciencia humana cuando el sol se guarda.

El libro llega acompañado de doce postales ilustradas en tinta china, obra de la artista Alba-Marina Escalón. Cada una de las ilustraciones es de por sí, otro sueño.

Vania Vargas presentando su libro en Proyecto Poporopo

CUARENTA NOCHES

CUARENTA NOCHES

VANIA VARGAS / ALBA-MARINA ESCALON (ILUSTRADORA)

ISBN: 978-9929-745-07-0

Editorial: SOPHOS EDITORIAL

Nº páginas: 0

Año de edición: 2018

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