Algo que provoca un entusiasmo fuera de lo normal a un lector es, sin duda, la aparición de  una librería en la que sus propietarios invierten conocimiento y capital, pero sobre todo disposición y aplomo para presentar títulos nuevos, con la seguridad de que habrá interesados para todo. Y por supuesto, la llama del entusiasmo.

Esto fue lo que sucedió con la librería SOPHOS —nombre inequívoco para una empresa de tal naturaleza, pues en griego significa Sabiduría— por la que hace veinte años apostaron la señora Marilyn Pennington y su hijo Philippe Hunziker. Ahora recuerdo el local de la avenida Reforma. Aquella era una librería cuyo clásico olor a papel nuevo invitaba a sentirla, ¡vivirla!; una librería para sentirse abrazado por muchos autores, como E. E. Cummings y William Carlos Williams, dos poetas que buscaba desde la desaparición de “Homero y compañía”, donde también había de todo. Recuerdo este local espacioso para poder desplazarse entre los anaqueles que a cada paso ofrecía sorpresas: autores de los lugares más recónditos, pero particularmente de América Latina.

Luego llegó el momento en que se realizaron lecturas, presentaciones de libros, discusiones… en un patio con jardín. Con el tiempo surgió Cuatro Grados Norte y allí estaba SOPHOS que, como muchos otros locales que apostaban por el arte y la cultura, tuvo que cerrar.

Por último, SOPHOS sembró sus anclas en Fontabella, donde uno siempre se siente en casa y siempre vuelve como un buscador de oro hasta encontrar lo que pueda satisfacerle.

 

Francisco Morales Santos