Volar

En esta imparable contienda por descubrir mundos a través de páginas, jamás me habría esperado encontrar un paraíso que, alejado en cierta forma de mis gustos por la literatura británica, me permitiera sentir emociones que quizá el autor agregó accidentalmente. Paz, es la esencia de Volar, mas de volar nada, porque con este escrito no puedo volar. Thoreau observa a las aves, se traslada de valle en valle, camina, escucha, observa y siente. Me hace pensar que estoy aquí de pie, ahora envidio sanamente el vuelo de los seres que pueden hacerlo y quisiera sólo escapar.

No sé cómo lo hace, pero cuando leo puedo escuchar a las aves, escucho el agua del río por donde pasa y me hace falta esa naturaleza por la que no estoy rodeado. Ahora quiero ser parte de ello, como en el libro de Thoreau, no hacer más que vagar la mente en un hermoso valle que me da paz, que me hace nuevamente recordar que, al menos si no soy capaz de volar, soy capaz de admirar la belleza del vuelo, porque aquí en la tierra, donde estoy de pie y me lamento de pisar el cemento con calcetines y zapatos puestos y no ser capaz de sentir la tierra mojada y la hierba fresca de estos valles de antaño mi condena es el progreso que admiro y tanto anhelo.

No tengo alas como las aves, tampoco tengo alas como las demás personas que no viven ahogadas en estos fríos elementos, el vaivén de los pasos no tiene gracia ya con los ojos acostumbrados, la paz que creí poseer ahora me sabe a ataraxia. Si osara un día surcar los aires, si fuera menester de mis delirios oníricos, estaría tan agradecido de haber leído y aprendido lo que me dijo Thoreau, trataría de disfrutarlo hasta antes que canten las aves, que ahora en su afán de no compartir el privilegio, estridentes me apresuran a despertar.

Perdón si desvarío cuando debería hablar del libro, pero ¿acaso no es más certero entender un texto por las emociones que contagia que por las palabras escritas en él? ¿No es más emocionante compartir su contenido a través de la empatía que tuvo uno con el autor? Crucé literariamente de un continente a otro para hallar paz, para entender una belleza distinta a la de Hibernia o Britannia, encontré un libro magnífico por motivos aleatorios y disfruto el placer de sus hojas, una a una, como si no quisiera que el mismo terminase. Es una invitación la que les hago, una invitación a Volar en un libro distinto, y que si no es éste o no pudieran volar, que sea a admirar la gracia y belleza de ello, a contemplar desde la misma tierra que pisan un ave distinta a las que conocen.

Y si un día se atreven a volar, que sea con alas de papel.