Estados Unidos, justo antes de los años 20: la era del jazz en su mayor esplendor. La paz que parecía haber aparecido trayendo bonanza etérea tenía a la sociedad americana (y muy pronto a la europea y especialmente la parisina también) en un sopor extraño, un ensimismamiento casi colectivo en el que las clases altas (y medias que querían verse como altas) hacían gala de sus cascarones adornadísimos y sus interiores vacíos en vidas de excesos y apariencias. En medio de todo, una competencia salvaje por verse mejor por fuera, olvidando el hedor que por dentro desprendían sus corazones podridos.

Es esa realidad aburrida y hostil que Scott Fitzgerald quiere retratar en Hermosos y malditos. Dos protagonistas que pertenecen a la alta alcurnia estadounidense, cuyos apellidos son ya motivo de embelesamiento para el observador por el legado de su estirpe, por la sangre que llevan. Una historia de ¿amor? O más bien: de intereses y frustraciones, de irracionalidad suprema y fanfarrona.

El primero de ellos: Anthony, un hombre solitario y en búsqueda de la grandeza, cuyo único afán consiste en esperar pacientemente la muerte de su multimillonario abuelo. Conoce y se casa con Gloria, con quien vive una vida de despilfarro y desilusión que lleva a ambos al alcoholismo y al desprecio del abuelo de Anthony, quien fallece sin dejar herencia alguna.

A partir de ahí, el llamado de la Primera Guerra mundial, las infidelidades y la frustración por volver a ser millonarios a través de un juicio por recuperar la herencia llevarán a Anthony y Gloria al borde de la demencia. Quizá este retrato absurdo no sea solo un reflejo del Estados Unidos de ayer, sino de un hoy sociocultural muy parecido a nosotros. A veces Hermosos y malditos parece vestir nuestras ropas y calzar nuestros zapatos. A veces la locura irracional de Anthony y Gloria parece llevar nuestros propios nombres.

Y para recordar esa tragedia intelectual nadie mejor que Fitzgerald, importantísimo autor de la literatura norteamericana y figura de la Generación Perdida, de la que participan también Ernest Hemingway, John Steinbeck o William Faulkner. Estos últimos tres coinciden, además de en la amistad con Fitzgerald, en ser ganadores de premio Nobel. Scott Fitzgerald, sin embargo, no figuró en los ganadores de tal premio, aún siendo el más sensato y elegante de ellos. Quizá fue por su muerte precoz, causada por las enfermedades y el alcoholismo. Quizá fue víctima de los mismos males que denunció como cáncer social. Quizá no pudo salvarse del oscuro presagio que él mismo sentenció. Lo cierto es que esta y otras obras magistrales que de su pluma proceden son indispensables en una librera nutrida de las obras que hacen de la literatura universal un verdadero regalo; o mejor, en una cabeza que no olvide jamás que aún una novela fina y embelesadora como esta es un augurio misterioso de la debilidad humana y sus bajezas.

HERMOSOS Y MALDITOS

HERMOSOS Y MALDITOS

FITZGERALD, F. SCOTT

ISBN: 978-607-31-5547-2

Editorial: GRIJALBO MEXICO

Nº páginas: 0

Año de edición: