“En todo ejercicio cultural hay una continuada propuesta y tensión entre memoria y deseo”
Manuel Vázquez Montalbán, La literatura en la construcción de la ciudad democrática

mito de la cavernaEl gran defecto de la melancolía. La melancolía estática, la que inmoviliza. Sus guardias celosos, fieros perros de los monumentos. Los que muerden con decir “no habrá originalidad si no vuelven días mejores” y ven con desprecio su alrededor, atrapados en un pasado que tampoco les pertenece.
El mito de la caverna es la mejor alegoría de los que se sientan a esperar. Los que han orillado su obra para remendar su propia coherencia.
Nadie mejor que ellos para hablar con propiedad de las cosas que no conocen. Dando juicios dietéticos de mesura y orden. Ladrando al canon. Haciendo declaraciones territoriales del gusto exquisito. Refugiándose en la idea de que son minoría y por lo tanto son mejores.
Algunos parecen albergar la esperanza de que las sombras, que por reflejo ven pasar, entren por fin. Entonces se preparan y se visten de etiqueta. Nunca pasa nadie, nadie los ilumina. Están condenados a permanecer dentro de la cueva, celebrándose a sí mismos y al mundo que conocieron y que ha envejecido con ellos.


Entonces queda paralizada la fotografía de un afuera que ya no transcurre.
Esos guardianes de la melancolía se intercambian sus imágenes del mundo. Su mejor arma es el desdén y la misantropía. Su opinión es la de un detallista de la grandilocuencia. Todo lo que es comprobado, eso que no puede discutírsele al juicio del tiempo, es lo que en su pico se repite hasta el cansancio.
payerasSus lecciones son los recetarios del lugar común. Lugares que van desde los consejos hechos a propósito, esos que van dirigidos a desactivar el impulso creador de un artista incipiente. O la simple charlatanería de exhibir su obra, como si fuese un cofrecito con bisutería.
Ese desencanto que no es hastío ni sarcasmo. Es inmovilidad.
Platón se imaginó presos dentro de esta misma caverna. Sin saberlo daba con la metáfora exacta para definir las certezas. La certeza de los caminos preestablecidos. La ignorancia que, en el artista, es un defecto del carácter: no correr el riesgo de equivocarse.
Así, desgraciadamente, muchos tienen el poder de custodiar la cueva. Guardar las sombras. Mantener alejado el tránsito de la luz. Siempre que alguien pone una distancia entre los tiempos, es un prisionero del pasado.
La melancolía es una muerte sin autopsias. La caverna es solamente una posibilidad de no-ser en el presente y de resguardarse de la realidad de un mundo que ya los ha superado.
Marzo 2007