Irv -como algunos de sus pacientes le llaman-, es un psiquiatra estadounidense que se atreve a manejar la honestidad de una forma asombrosa y conmovedora en su libro Criaturas de un día. Aunque no es la primera vez que me dejo llevar por un libro con contenido referente a la psicología (antes fue El hombre en busca de sentido, de Viktor Frankl), un reciente interés o quizá un llamando hacía los temas de la mente y el espíritu, me llevó a las puertas de este título. Cabe mencionar también que la intriga me había acompañado, incluso después de varios años, tras escuchar una recomendación en una charla de libros entre mi equipo de trabajo. Sí, definitivamente ese comentario y recomendación inintencionados me hizo sentir que debía leerlo. Y el sentimiento pervivió en mí hasta hoy. Así que, con un poco de timidez y con una gran emoción contenida, me dejé llevar por sus páginas.

Publicado hace algunos años, Criaturas de un día es una selección de relatos inspirados en los encuentros, a veces únicos y en ocasiones frecuentes, entre un psiquiatra -Irv- y una decena de sus pacientes. Desde el inicio, la narrativa afable y simpática de Irvin Yalom me reconforta; cargada de diálogos, me hace sentir parte de la conversación entre aquellos que comparten el espacio y la confianza que solos los seres humanos pueden compartir de esa forma tan singular. Es un libro en el que sumergirse no representa ningún esfuerzo. Me reconfortó, además, entender que más allá de las diferencias que claramente compartimos, incluso con los más cercanos, estos seres con los que Irvin se ha topado no dejan de ser similares en sus diferencias. Sueños, tristeza, dolor, amor, pasión, necedad, soledad. Temas comunes en caminos distintos. Al terminar de leerlo, no puedo evitar pensar que quien lea esas páginas, quizá en algún momento, al darse la oportunidad, podría convertirse en una criatura de un día para aquel que se atreva a escucharlo.