El barrio que es nuestro barrio

Leer es en definitiva un acto político, una forma de revolución. Y la revolución es a su vez  una necesidad básica -en los tiempos que vivimos-. Hace muchos años hubiésemos sido condenados por leer libros disruptivos, de esos que meten ideas alocadas en cabezas inquietas. Hoy, en cambio, esos libros están más a nuestro alcance que nunca y es casi un deber ciudadano sumergirse en sus páginas.

Es así que debería considerarse violatorio de la constitución evitar leer El barrio y los Señores, libro recién salido del horno de la editorial Catafixia, que tiene ya por costumbre publicar joyas literarias. En este caso el espacio es para el escritor Gonçalo Tavares, portugués afamado por su narrativa y poesía.

Como buen escritor portugués, sus historias son absurdamente reales, siniestramente divertidas, ofensivamente certeras. El barrio y los Señores es nuestro barrio y descubrirlo en una estantería es abrir la puerta y ver una piscina: uno puede sentarse en la orilla y meter lentamente los pies o entrar a ella saltando desde una plataforma a doscientos metros de altura sabiendo que el choque contra el agua probablemente descuartice el cuerpo -y es un libro que llama a esta segunda opción-.

Es un barrio peculiar, este. Lo peculiar que tiene viene en buena medida gracias a lo peculiar de quienes lo habitan. Diez señores, con apellidos memorables de la talla de Valéry, Calvino, Brecht o Eliot que evocan no sin cierta perspicacia cualidades tan divertidas como agudas.

visto en una lámina de microscopio” dice el señor Henri, uno de los vecinos, “un rey es un conjunto de gusanos de 30 colores diferentes. El microscopio es el invento más importante para la democracia. Un pobre en un microscopio tiene tantos gusanos y tantos colores como un rey”.

Y así, como quien busca contar un chiste en un bar, Tavares cuenta nuestra historia, la historia de la humanidad. El éxito, la política y la lógica. Los tópicos evocan tratados importantísimos y tecnócratas pero las letras de Tavares son mucho más importantes que eso: formas de ver el mundo, de abrazar su irónica dureza con creatividad y sin darle muchas vueltas (o dándole tantas que uno se marea).

El barrio de Tavares es nuestro barrio y las luchas de sus personajes son nuestras luchas, unas contra la ordinariez y lo mundano de una realidad que nos rehusamos a aceptar tal y como es y que un rebelde hecho y derecho debería tener en su mesa de noche.

Nunca había leído un libro con este carácter”, me dijo Luis Méndez Salinas, uno de los dos encargados de este milagro literario en una tierra que odia las palabras. Él y Carmen Lucía Alvarado han dado forma a un barrio inevitable para rebelarse adecuadamente y el resultado ha sido una auténtica apología de la locura y un manifiesto por la razón a partes iguales. Una auténtica joya que el instinto ruega desobedecer desde que Tavares recomienda leer de un tirón. No son diez historias, no son diez señores. Son un barrio, nuestro barrio.