Fuera llueve. La luz, dentro de la estancia, es tenue, y de fondo un vinilo de Miles Davis suena como acompasando los latidos del corazón que se acelera, se relaja y corretea al ritmo de las letras de Murakami. Leerlo resulta una experiencia tan cálida como melancólica, tan turbulenta como apacible. Los libros de Murakami siempre son un cúmulo de emociones que no se tocan, pero que sin duda atropellan todo a su paso.

Y Sauce ciego, mujer dormida no es la excepción. Esta colección de cuentos está cargada de un ambiente íntimo y de personajes sumamente reales en situaciones cotidianas que se convierten en extraordinarias o que simplemente juegan con el contexto del relato.

Murakami no deja de mostrar personajes japoneses dentro y fuera de Japón, lo que hace que en todos los cuentos, las costumbres culturales y sociales de los personajes se mantengan aunque las historias nos muestren personas de todas edades y ocupaciones. Hay un algo en esos personajes, un olor a casa, a cercanía. El lector entiende los pensamientos de los protagonistas porque son igual de humanos. Ese efecto que Murakami sabe lograr en sus personajes suele conseguir una conexión emocional muy fuerte.

Pero hay algo más: en sus libros el japonés suele transmitir soledad, tristeza y melancolía. Así son sus libros y así son los doce cuentos de Sauce ciego, mujer dormida. Sentirse, pues, tan cercano a esos sentimientos es jugar con el corazón en cada palabra: nunca se sabe que viene después.

Los cuentos de Murakami son como aquellos sueños que parecen demasiado reales, o a aquellas realidades que parecen demasiado oníricas. Son cuentos que hacen tan vulnerable a la persona que lee como al personaje que es leído, cuya historia, expuesta a la humanidad de forma casi humillante, crea atmósferas mágicas. Si alguna vez me preguntasen por un libro con el cual pasar el rato, olvidar el aburrimiento o divertirse, este no sería uno de esos. Con este libro no se pasa el rato, pero se le hace parte del corazón. Para leerlo, hay que apropiarse de él y sentir cada lágrima que los personajes derraman, cada gota de sangre. Para entenderlo hay que tener miedo con los personajes y temblar con sus incertidumbres.

No, ciertamente no es un libro que pueda calificarse de divertido. Es un libro humano, hecho de carne y sangre, y a veces los seres humanos no son divertidos. Pero aún así los amamos y sufrimos con ellos. Sauce ciego, mujer dormida, es uno de nosotros.