A través de un monólogo, el autor nos entrega rasgos de una sociedad muy cercana a la nuestra. Un personaje sacado de la realidad. Una historia que no puede dejar de conmovernos y hacer que nos miremos a nosotros mismos.

La primera novela que leí de Castellanos Moya fue Insensatez que me dejó el sabor de la palabra: impunidad. Esta segunda novela que llega a mis manos me deja las palabras: corrupción y desigualdad. Sus páginas se leen con fluidez y el título es el de una mujer que se pone en evidencia a sí misma. Es el monólogo de una mujer de la alta sociedad salvadoreña que intenta resolver por sí misma el asesinato de su mejor amiga.

Su relato nos acerca a la realidad salvadoreña (y la guatemalteca) marcando las diferencias entre los diferentes estratos sociales, la ideología, una firma de la paz que nos dejó muy poco, la corrupción y una guerra de muchos años que dejó secuelas. Una novela entre lo policíaco y la ficción, narrada de una forma intensa a través de sus diálogos que me hacen reflexionar sobre cómo la violencia permanece constante y no tiene un final. Cómo se manifiesta la ausencia de justicia en nuestro país y cómo la amistad puede estar sujeta a la traición.
Una historia que va más allá del entretenimiento.