Corremos entusiastamente hacia el despeñadero o… una bola de vagos con corbata, modales de mesa y cultura de albañil o… la gente aquí come demasiado maíz, oye demasiada marimba y se extasía de más mirando el paisaje

Se puede ir hacia el pasado o revolver las gavetas presentes de la llamada literatura escrita en la opción idiomática del maestro de maestros Gabriel Ferrater. El resultado será el mismo: Jinetes en el cielo de Mario Roberto Morales no tiene antecedentes cercanos ni remotos.

Sin tener aliados en el jurado ni haber agentes literarios de por medio, Jinetes en el cielo fue finalista del premio Herralde de novela.

Además de “nocturnal”, al pie de su título, Jinetes en el cielo ha aparecido y desaparecido de las novedades de librería Sophos, adquirida por lectores incesantes que no han dependido de presentaciones de ningún tipo en ningún sitio.

Se lee como una película y se ve y escucha como las páginas de un libro impreso en papel importado.

Con Jinetes en el cielo, Mario Roberto Morales –doctor en literatura y cultura latinoamericana por la Universidad de Pittsburgh y Premio Nacional de Literatura Miguel Asturias, entre otras distinciones– torna fulgurante su presencia ya consolidada por sus novelas, su periodismo, sus ensayos reconocidos tanto en América Central como en México y España, y las entrevistas, como ésta, en la que todas las preguntas encuentran sus respuestas.

JL PERDOMO ORELLANA

JL Perdomo Orellana: Es inevitable, de entrada, asociar el título de su novela finalista con los Doors. ¿Encuentra algún inconveniente en tal asociación?

Mario Roberto Morales: El único inconveniente es que ya los Doors no fueron un consumo cultural para mí.

JLPO: Para quienes siguen prefiriendo exclusivamente el idioma de Cervantes en sus comunicaciones verbales y escritas, ¿podría traducir la esencia de los tres párrafos de Stan Jones que usa como epígrafe?

MRM: Es una alucinación de un vaquero, quien ve una manada de reses infernales, guiada por jinetes igualmente infernales, en el cielo. La canción es moralista,  country music conservadora. Pero a mí se me antojó una metáfora del mundo y de mi país en esta dorada época de capitalismo corporativo transnacional: corremos entusiastamente hacia el despeñadero. Además, es una añorada canción de mi niñez.

JLPO: En la “Advertencia oportuna” que aparece inmediatamente después de Stan, se refiere usted a Jinetes como “esta historia”, pero también habla de “trama novelesca”, “ficción” e “inevitables coincidencias”. ¿No son demasiadas explicaciones para un libro que no necesita de ninguna?

MRM: Quizás lo sean. Pero es más una broma que una explicación. Estoy diciendo: “esta ficción se basa en algo que pasó pero no me pregunten qué es real y qué es imaginario; aguántense las ganas de saber si lo que escribí es algo que sé gracias a fuentes inconfesables o si mi imaginación es tan irresponsable que puede embarrar a tanta gente con tantísima impunidad.

JLPO: Divide usted Jinetes en tres partes y un epílogo. ¿Ese número tres remite a alguna contraseña masónica?

MRM: No. Remite más bien a la marcación de los Beatles antes de empezar una canción: “One, two, three, four!”

JLPO: ¿Le sucede a usted eso de que “sólo recordamos con nitidez los momentos en que hemos vivido el presente sin pensar en el pasado ni imaginar el futuro”, o solamente a sus personajes?

MRM: Me ha sucedido de manera espontánea unas pocas veces en la vida y es una experiencia intransmisible. Vivir en el presente, sin remitirnos al pasado o al futuro, es una experiencia de asombro cósmico inenarrable. Yo lo puedo hacer como ejercicio deliberado durante pocos segundos porque anduve unos años con un grupo esotérico en Costa Rica y aprendí muchas cosas de ellos. Y lo hago cada vez que ando corto de energía emocional. Porque vivir un segundo en el presente absoluto nos ahorra toda la energía que gastamos lamentando o añorando el pasado y preocupándonos por el futuro. Lo menos que podía hacer era transmitirles la enseñanza a mis personajes.

JLPO: ¿Cuáles berrinches recientes incluiría, ahorita, en una antología de los “bonitos berrinches masculinos de última hora”?

MRM: Matar mujeres por infieles. Despreciarlas por coquetas. Suicidarse por una ingrata pérfida.

JLPO: ¿Puede haber un tipo tan prebásico y asimplado que se mata por el hecho aun más asimplado de que una tal Tina “no quiso irse a la cama con él”… o esto solamente sucede en algunas novelas como la suya?

MRM: Visto así, no. Pero es que el tipo se mata porque no podía consigo mismo y la tal Tina sólo era su pretexto para bajarse del planeta. Fue un berrinche machista ese suicidio. La pobre Tina sólo era una mujer promiscua. Es decir, nada del otro mundo. Y él la usó de excusa para pegarse un tiro porque ya no aguantaba el peso de la galaxia. Mala onda, ¿no?

JLPO: Haciendo uso y abuso de las frases afortunadas que circulan en las 313 páginas de Jinetes, ahí va otra entre signos de interrogación: ¿…“sólo hay algo peor que cometer un acto estúpido y es no actuar, no hacer nada, ser un inútil soñador, un Dr. Zhivago tropical”?

MRM: Claro. Porque los “observadores” estorban, sobre todo si sólo observan y ni siquiera cuentan lo que ven. Esa gente que se consterna o se indigna por lo que ve constituye una especie despreciable entre los seres vivos. Se respeta a la gente que actúa. Los que se preocupan o sufren por lo que pasa no merecen consideración alguna. Y los que encima de eso se victimizan, merecen ser fusilados por farsantes.

JLPO: ¿Con cuántos Drs. Zhivago tuvo que lidiar en las últimas 24 horas en el “maldito trópico”? (para usar una frase de David Unger)

MRM: Con varios, porque las últimas 24 horas me reuní con profesores y estudiantes, y me comuniqué por correo electrónico con algunos escritores.

JLPO: “Eso” de adaptarse a la vida familiar ¿es “una solemne estupidez” o solamente un requerimiento para que le entreguen inmediatamente un pasaporte guatemalteco?

MRM: La vida familiar es una prisión voluntaria. Adaptarse a eso es adaptarse a la cobardía de la inamovilidad y a la “decencia” de “los buenos”. Un asco.

JLPO: “Alguien que conversa como siempre entre risotadas a costa de algún desdichado al que pelan como a un pollo a punta de maledicencia”, ¿podría ser una definición casi exacta del “ser guatemalteco” para, de paso, corregirle a Cardoza todos sus inventarios al respecto?

MRM: El ser guatemalteco es esquizoide: hay seres guatemaltecos. Por eso tenemos tanta dificultad en hallar “una” identidad. Por lo tanto, la respuesta es no. La maledicencia es humana. Pero es claro que algunos humanos hacen de ella la esencia de su ser. Entre escritores y artistas guatemaltecos esto se sabe muy bien.

JLPO:  En la página 37 el narrador habla de “el alimento espiritual de aquellas exterminadoras de hombres”. ¿No sería más preciso hablar de “los” alimentos, dada la voracidad de tales amazonas?

MRM: Sí. Debe ser por las hambrunas de este país africanizado que no tuve en cuenta esas voracidades.

JLPO: ¿Todos los “hombrecitos” son iguales: “Hacen sus guerras mientras sus mujercitas les cocinan y les cuidan la casa y los hijos, para que puedan ser ‘seres históricos’”? Más que de “hombrecitos”, pareciera que el narrador está hablando de esos detestables comandantes entrecomillados que infestaron, como diría Jorge Castañeda en La utopía desarmada, “la guerrilla más torpe del continente”…

MRM: No sólo de esos comandantes, sino también de militantes de base y cuadros políticos. Lo de “hombrecitos” es el punto de vista de una mujer despechada, de esas que se cubren con la chamarra del feminismo para vengarse de las afrentas hechas por ciertos machitos de los ya mencionados. Tales para cuales.

JLPO: En la página 55 se lee: “…me besó con una fuerza de la que no la creía capaz, sentándose sobre la mesa del centro de la cocina para invitarme hacia sus muslos… Cuando volví en mí estábamos abrazados sobre la mesa, casi sollozando, jadeantes y felices.” ¿Le gusta a usted el cine, específicamente El cartero siempre llama dos veces, con el orate sobreactuado de Jack y la abnegada Jessica Lange como protagonistas?

MRM: Claro que me gusta el cine. Y la versión de El cartero llama dos veces que prefiero es la de John Garfield y Lana Turner. Jessica Lange es una actriz respetable. Pero Nicholson se volvió retórico desde hace tiempo. Se imita a sí mismo. En eso se parece a Vicente Fernández. Por eso ambos aburren. Pero la escena sexual de la cocina es suave y tierna en mi novela, mientras que en la versión de El cartero llama dos veces a la que usted alude es truculenta. En todo caso, hay cocinas que lo provocan a uno, ¿o no?

JLPO: ¿Cuántos “abogadillos” se han quedado “sin obispo a quien servirle de asistente para justificar financiamientos internacionales”?

MRM: No llevo la cuenta. Pero algunos que conozco han cambiado de obispo exitosamente.

JLPO: El así llamado “interés en la paz”, ¿se reducía a “Inversiones… de la comunidad internacional”?

MRM: La paz se firmó porque el capital corporativo transnacional necesitaba entrar aquí, y para eso necesitaba de olas privatizadoras que recibieran las inversiones extranjeras y permitieran que la oligarquía local quedara como social minoritaria en el sector telefónico, eléctrico y demás. Eso fue lo que hizo Arzú exactamente. Tienen pendiente la educación y la salud públicas. Si no hubiera habido ese interés capitalista, el simulacro de guerra que se venía desarrollando desde junio del 92, que fue cuando la guerrilla quedó militarmente derrotada, hubiese continuado indefinidamente enriqueciendo a los chafas de los grupos paralelos (La Cofradía y El Sindicato) y permitiendo que los comandantes de cinco estrellas siguieran recibiendo la menguante ayuda extranjera que recibían.

JLPO: En la página 62 se habla de una “ex Banana Republic” y “actual democracia maquilladora”. ¿Quiso decir “maquiladora”?

MRM: Sí, maquiladora. Aunque maquilladora no suena mal.

JLPO:¿Qué méritos tienen Louis Armstrong, Toña la Negra y Agustín Lara, además de que ya casi nadie los conoce, como para compartir el reparto musical estelar de Jinetes en el cielo?

MRM: Agustín Lara era un formidable poeta romántico-modernista que a menudo tenía caídas trágicas en la cursilería, las cuales se le perdonaban al verso siguiente (como a José Alfredo). Toña la Negra y Pedro Vargas eran sus intérpretes preferidos cuando yo era niño y mi abuela mexicana los escuchaba en vivo en la XEW (junto al Doctor IQ) desde Santa Lucía Cotzumalguapa. Por su parte, Louis Armstrong soplaba la trompeta como nadie, y cantaba, al igual que Lara, de una manera impecable a pesar de su lamentable voz. Pero la razón por la que están incluidos en la novela es porque a todos me los imagino nocturnales (como la novela misma), quizás porque mi abuela los oía por la noche pegada a su radio. En el caso de Armstrong, lo nocturnal quizá le venga de que era negro.

JLPO: ¿Cuántas “sonrisitas cínicas de temerosos sabelotodos que invariablemente se lavan las manos a la hora de la verdad” ha tenido que corresponder en las últimas cuatro esquinas por las que ha caminado?

MRM: Uf, muchas. Es que he aceptado demasiadas invitaciones a “actos culturales” este año.

JLPO: Según la página 102, “Marcio, Tina y Lolita se vieron protagonizando un romance que culminó en que Lolita y Tina empezaron a verse a espaldas de Marcio. Al mismo tiempo, Lolita sostenía una aventura con Juancho, y Tina otra con Jeremías. Esto era común en la guerrilla”. ¿Habla el narrador, en serio, de la guerrilla, o sólo está describiendo un fin de semana en, por ejemplo, el quetzalteco bar Tecún?

MRM: No conozco el respetable antro. En la izquierda existía la endogamia y todos cambiaban de pareja dentro del mismo redil ideológico. Como en las iglesias protestantes. En cuanto a las experiencias sexuales colectivas y las infidelidades, pues las hubo como en cualquier otro gremio. Pero no hay que tomar el caso de Lolita y amigos como una norma generalizada en la guerrilla. También hubo guerrilleros tímidos. Y muchos escándalos sexuales que acabaron en tragedias dignas de Los tigres del norte.

JLPO: ¿A quiénes les convino tanta muerte perpetrada en contra de tanta gente indefensa?

MRM: A los oligarcas porque dicen que el problema de la pobreza es que los pobres tienen demasiados hijos; a los militares porque así entrenaron a sus kaibiles para que luego tuvieran buenos empleos en los cárteles de la droga; y a los guerrilleros de la URNG porque eso les sirvió para victimizarse y alargar la guerra cuando esta ya estaba perdida, para seguir recibiendo ayuda externa. Si no, que lo diga Menchú. De esto no se salva nadie. Ni en el país ni en la novela.

JLPO: “Los poemas son la única riqueza honrada del mundo” dice alguien en la página 114. ¿No es esta una afirmación tan desaforada como aquella de Cardoza que suelen citar tantos y que va por el lado de que “la poesía es la única prueba concreta de la existencia del hombre” o algo así?

MRM: Sí lo es. Y hay que ver quién lo dice. Yo creo que la única riqueza honrada posible es la que uno obtiene cuando se saca la lotería. En serio. Claro, no hay que ponerse a pensar en cómo se organiza la lotería porque se nos agua el entusiasmo. Y la esperanza.

JLPO: ¿Es la paz  “una gran puesta en escena”  (p. 115) o solamente una tropical puesta en escena, algo así como la feria municipal del libro en el parque central hoy fotocopiadamente llamado “Plaza de la Constitución”?

MRM: Es una gran puesta en escena con escenografía tropical, criterio municipal y cosmopolitismo aldeano.

JLPO: ¿Es cierto eso de que son “las remesas de los ‘mojados’ y los narcodólares los que sostienen la economía de este país e impiden que colapse en unas cuantas horas” o son puras novelas?

MRM: Es tan cierto como que las remesas constituyen la principal fuente de divisas y el narcodinero la sangre del sistema financiero oligárquico. No lo que produce el improductivo “sector productivo”, el cual es más rentista que productor de mercancías. Por eso no compite y ejerce prácticas monopólicas. Ese sector está compuesto por una bola de vagos con corbata, modales de mesa y cultura de albañil.

JLPO: Ha llegado el momento de solicitarle que redoble sus reservas de paciencia: ¿podría “abundar”, como dicen los periodistas tropicales, en las “Rimas”, los “Temas inconexos y yuxtapuestos”, los barnices melodramáticos y la “ensoñación irredenta” en conexión con una especie de “Montaigne tropical” y “Chopin nocturno y lánguido”?

MRM: Piense usted en los certámenes literarios de provincia e incluso en los capitalinos (que también son de provincia) y en las presentaciones de libros con color municipal. Las alocuciones y “análisis” literarios vienen (sin que esto sea cosa sabida) de Montaigne, como los versos de los poetas laureados vienen de Espronceda o Darío (sin que sus malos imitadores lo sepan). Y la sensibilidad musical viene desapercibidamente de Chopin, aunque se trate de piezas de algún pianista argentino que hace potpurrís de los Nocturnos del lánguido novio de George Sand con “inmortales temas de grandes películas”, como el de El padrino, el de Dr. Zhivago o el de Lawrence de Arabia. Ah, el populacho y sus gustos. Son una mina de oro. Si no que lo diga el Pollo Campero.

JLPO: Aprovechando el viaje, ¿podría “abundar” en la prostitución de “estudiantes y profesores con relativismos vacíos que ellos defienden para adquirir fama en los mundillos cerrados de las especializaciones”?

MRM: En Estados Unidos pude ver a legiones de estudiantes de doctorado y sus respectivos profesores protagonizar la farsa de la corrección política para cosechar exiguos aplausos en el cerrado mundillo de los congresos académicos. Nadie escribe ni dice nada por convicción. Lo que quieren es hacer carrera y jubilarse con el salario más alto posible. Y en América Latina los profesores universitarios los tienen como ejemplos de sapiencia. Otro asco.

JLPO: ¿Siempre fue un simulacro la guerrilla o se salva algún momento?

MRM: No lo fue siempre. Sólo de 1982 (cuando Ríos Montt desata la contrainsurgencia en su fase más aguda y vence militarmente a la guerrilla) a 1996 (cuando se firma la paz con la guerrilla derrotada). Pero la militancia siempre fue manipulada por una dirigencia inepta, oportunista e infiltrada.

JLPO: ¿Alguna vez encontrará un paraguas “la lluvia de oenegés de izquierda que inundó el país después de firmados los acuerdos de paz”?

MRM: Más que un paraguas se necesitaría un helicóptero artillado. Pero esa etapa se está acabando sola, pues su misión está cumplida: un movimiento popular totalmente dependiente de los financiamientos externos es igual a un león desdentado.

JLPO:  Por fin, de plano, como se decía antes, “la paz es sólo para cumplir puntos de política exterior de Estados Unidos y la Unión Europea”? ¿No es ésta otra típica exageración asturiana por parte suya como narrador de Jinetes en el cielo?

MRM: No. Es estrictamente cierto. Pero más que puntos debe hablarse de intereses del capital corporativo transnacional. Vea la “paz” actual de Guatemala. Es el resultado de la victoria de la derecha sobre la izquierda, y cobra más muertos diarios que el conflicto armado. Sin embargo, la oligarquía está feliz. Dice que el país va bien.

JLPO: ¿No ha sido demasiado costoso y sufrido todo esto como para tratarse solo de un simulacro político?

MRM: Ha sido un simulacro costoso para el pueblo. Lo costoso no anula el simulacro. Para la oligarquía ha sido rentable.

JLPO: ¿Por qué es Guatemala una antología de la fealdad expresada en millones de mutantes (“Todos son morenitos, bajitos, chinitos, con narizotas de tambor, pelos grasientos, sonrisa de tontos y mirada de víctimas serviles”)? (Uno de sus colegas inevitables decía en una entrevista de hace algunos años que esto obedecía a que por estos rumbos la gente, en general, no come carne. ¿Usted le cree?)

MRM: El país de feos es la visión de una criolla. Asturias hablaba de nuestro “desafortunado mestizaje”. Es desafortunado por la desnutrición de siglos. Como el de México. Ahora, lo de la mirada, eso se debe a la dialéctica del amo y el esclavo instaurada en la Colonia: queremos ser como nuestros amos, no para matarlos sino para imitarlos con quienes estén debajo de nosotros. Yo creo que la gente aquí come demasiado maíz, oye demasiada marimba y se extasía de más mirando el paisaje. Eso mantiene a la chapinada en estupor profundo y explica su mirada vidriosa, la cual sólo se enfoca con atención cuando se observa a un prójimo accidentado. Lo de la carne, quién sabe. Los catrachos y los nicas son ultra carnívoros y están más cerca de la Creación que nosotros. Ahora, en materia de belleza física, sí hay que reconocer que somos lo peor de Centroamérica.

JLPO: Usted, que ha tenido que lidiar con tanto aporreador de teclas, ¿tiene algo que añadir acerca de la “superficialidad dura de los periodistas, que se les vuelve una segunda piel cuando ejercen el obligado mariposeo para dar cuenta, a lectores que no leen, de todos los ‘temas’ de ‘rabiosa actualidad’ en el mundo, y también cuando asumen con entusiasmo la tácita prohibición de profundizar en algo, de saber un poco de todo y mucho de ninguna cosa”?

MRM: Pues que hay demasiados. Y ahora se han vuelto críticos literarios también. Y motivadores. Sobre todo por la radio, en las mañanas. Si tan sólo supieran hablar bien… Para ellos también propongo el fusilamiento.

JLPO: ¿Tiene alguna importancia “la palabra escrita” en Jinetes en el cielo “en estos tiempos de imágenes y sonidos estridentes que acechan a sus víctimas en las calles, en los bares, los aviones, las salas de espera y los hogares”?

MRM: Toda la importancia que soy capaz de otorgarle. Aunque la hice de modo tal que se facilite hacer de ella un guion de cine, je.