«Escuchar a los muertos con los ojos», aquel verso de Quevedo que Roger Chartier evoca para reflexionar acerca del papel de lo escrito en Occidente, describe con justicia lo que hacemos cada vez que leemos: nos reunimos alrededor de esa hoguera imaginaria que se forma entre el libro y nosotros.

El Día del Libro, precisamente, nos permitió recordar y celebrar las historias, leyendas y mitos que seguimos escuchándoles a esos cadáveres tan exquisitos que nos hablan con tinta.