Por Arturo Castillo*

Desde hace algunos años me he querido hacer creer que no tengo religión alguna, lo que no conlleva a una falta de fe o una vida sin creencias. Al final llegue a la conclusión de que religión y creencia no tienen necesariamente la estrechísima conexión que se nos ha querido imponer desde chicos. Decidí, dejando mis creencias y las dudas que estas traen aparte, que la religión que profesaré será la que he seguido por algún tiempo ya; la religión del lector. Como cada religión, debe tener un libro o libros sagrados; los musulmanes el Corán, los judíos la Torá y los cristianos la Biblia. En ese ámbito, los lectores partimos con una gran ventaja, los lectores tenemos la libertad; libertad de escoger nuestro o nuestros libros sagrados y empezar a profesar nuestra religión (que repito, no tiene que ver con la fe) como a nosotros se nos haga más cómodo y placentero. Para empezar a armar nuestra ¨Biblia¨ particular necesitamos evangelistas y he aquí algunos candidatos al puesto de evangelistas del lector.

William, Miguel, Homero y John. Cuatro nombres que de por sí no nos dicen mucho, talvez acaso uno traiga a la mente un personaje de piel amarilla que hace reír como profesión. Estos cuatro hombres me han dado mi doctrina, mis dosis completas de romanticismo, comedia, drama, heroísmo y fantasía. Son estos los que me han dado, a mí como a muchos otros, largas horas de entretenimiento sin discriminar horario, clima o condiciones de iluminación. A algunos les sonarán más conocidos nombres como Juan, Pablo, Mateo y Marcos. Aquellos que trajeron palabras de fe, historias en las cuales creer, dogmas y normas que nos rigen en el día a día. En lo personal prefiero tener la capacidad de escoger entre historias infinitas y diferentes a leer la misma historia en diferentes versiones. Espero que quede claro que la intención no es despreciar a nadie por sus gustos, creencias y preferencias. Al final todos y cada uno nos cuentan algo, a todos los hemos leído o los iremos a leer si se nos da la gana. Luego que cada quién elija lo que quiera creer y lo que no, la libertad es lo primordial.

William nos transporta a una Verona donde dos amantes luchan contra el enemigo más implacable de todos, su propia sangre. Aquellas almas jóvenes que se entregan a un sentimiento tan puro como despiadado y paran dejándolo todo por la devastadora e impensable idea de vivir el uno sin el otro (¨morime contigo si te matas, matarme contigo si te mueres¨) Habla de príncipes Hamlet y Sueños de una noche de verano. Nos da con qué reír y con qué llorar, todo enfocándose, a pesar de algunos elementos fantásticos, en la naturaleza del ser humano. Miguel nos presenta a un hombre, más que caballero, más que loco, un hombre. Con dudas e ideales se lanza a la aventura de su vida, dejando atrás todo por su amada Dulcinea. Mientras Sancho es la perfecta analogía para demostrar que un verdadero amigo te puede seguir hasta en las situaciones más irreales y fantasiosas, el buen amigo como un buen escudero. Y qué decir de las gestas de los héroes de Homero, uno más fuerte y valiente que cualquiera, el otro en el viaje (no sin dificultades) de regreso a casa. Peleando junto y contra dioses son los precursores de un mundo lleno de poesía y literatura, no lo suficientemente apreciada a mi gusto. Y por último John o como se le conoce más comúnmente J.R.R, ese que nos creó un mundo entero, con idiomas completos a nuestra disposición, ese que supo tan bien combinar lo romántico de Shakespeare, las aventuras de Cervantes y las heroicas historias de Homero.

Muchos otros pueden ser mencionados: Bécquer, Cortazar, Darío, Wilde, Poe, Bennedetti, Whitman e infinidad más. La Biblia del lector se compone de acuerdo a las necesidades del fiel, no el fiel de acuerdo a las necesidades del libro. Eso me atrajo inevitablemente a un mundo a la vez tan cercano y alejado del propio, por eso la lectura es mi religión. No critico la fe de nadie ni si creen en la ira de su dios, tampoco esos frenéticos temblereques en la televisión. Te respetaré en todo momento mientras tú me respetes de la misma forma. Mientras tanto calla, que estoy leyendo.

*Lector desde que tiene memoria. Almuerza libros entre semana. Surgió la aspiración a escritor a los 23 años.  Cuando encontró entre líneas un escape, una compañía inigualable y sobre todo un estilo de vida junto a las letras.