Este domingo 30 de noviembre, en la revista D, Prensa Libre publica una entrevista a Philippe Hunziker. La entrevista resulta interesante porque, a pesar de ser la más personal que nos hayan hecho hasta ahora, refleja muy bien, quizás por lo mismo, el espíritu de SOPHOS.

En muchos casos, la identidad de una persona viene teñida por la de la empresa para la que trabaja. Creemos que en SOPHOS, como en muchos emprendimientos pequeños, sucede más bien lo contrario: que su personalidad está definida por quienes formamos parte de ésta.

Creemos que esto queda reflejado en esta entrevista, reproducida más abajo, así como en la que alguna vez Prensa Libre le hiciera a Marilyn Pennington, y que pueden leer acá.

Día a día busca aprovechar “lo unificador” de los libros para reunir a quienes no se encontrarían “pero ni en la calle”.

por MARÍA JOSÉ PRADO
FOTOS: CARLOS SEBASTIÁN

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“¿El señor Hunziker?”, pregunté al llegar a Sophos, en Fontabella. “Allá, al fondo”, respondieron. Conforme atravesaba aquella colorida cordillera de libros, imaginé que encontraría una oficina con la puerta cerrada. Pero no. Lo que vi fue a un hombre trabajando junto a un escritorio que se camuflaba entre la madera de las estanterías. Philippe alzó la vista, y no tardó en atendernos con un talante simpático. Vestía la camisa verde olivo con el bordado de la librería, como cualquier otro empleado, y antes de empezar a conversar sugirió un recorrido por las nuevas instalaciones. “¿Algo de tomar?”, ofreció más tarde, cuando nos disponíamos a hablar, acomodados ya en la cafetería.
La historia de Philippe tiene una raíz multicultural: hijo de padre suizo y madre guatemalteca, cuyo padre era estadounidense y madre tica —ésta, a su vez, de padre italiano y madre española—. Philippe se educó en el país en el colegio francés Julio Verne. Creció con una fuerte idea sobre la seriedad del trabajo, el cual intenta compensar con el tiempo familiar. Padre de tres hijos, de 14, 11 y 3 años, Hunziker se ve como alguien “con la ilusión de ser un buen padre, un buen esposo”, alguien con “muchas carencias, y deseoso de que aquello que piensa bien de sí mismo sea cierto”. De aire jovial, disfruta de las nuevas tecnologías —incluidos los libros digitales y los blogs—, y amante de la música, la lectura; el cuidado de bonsái y la práctica del taichí. Apuesta por la diversidad y asegura que “la respuesta no está nunca en un solo libro”.
“¿Alguna vez toma alguno de los libros de la tienda para leerlos en casa?”, le pregunté al terminar la conversación. “¡Todos los días!”, respondió con entusiasmo.

¿Cuándo se convirtieron los libros en parte fundamental para usted?

No recuerdo un momento en que no lo fueran. En el colegio, nos inculcaron el hábito de tomar un libro de la biblioteca cada semana, y mis papás leían mucho, así que no había para dónde. Sophos lo inició mi mamá y, poco a poco, fui involucrándome hasta que dejé lo que hacía antes; creo que los libros ejercieron una “atracción fatal” en mí.

¿Qué es Sophos?

Un lugar de encuentro y una invitación tácita a pasar un rato. El concepto siempre fue éste, y por eso cerramos tarde, abrimos fines de semana y los libros siempre han estado ahí, manoseables, inalcanzables solo cuando no había más que ponerlos hasta arriba, por la falta de espacio.

Desde que Sophos abrió en 1998, ¿ha aumentado el interés por los libros en el país?

Totalmente. Estamos aprendiendo a convivir con opiniones distintas, y esto crea cierta curiosidad por lo nuestro y lo extranjero. Un amigo dice que la literatura es como el vino: hace 10 años nadie lo tomaba, y ahora, el que no toma vino, ¿en dónde anda? Es una nueva moda mundial, una moda afortunada.

¿Qué tipo de lectura consume el guatemalteco?

Como no hay uno, sino 12 millones, es muy difícil decirlo. A un montón les interesa su historia, o perderse en las novelas históricas. Otros se preocupan por el día a día, cómo encaminarse para ser millonarios; y muchos están interesados en su vida espiritual, lo trascendental, algo que les dé apoyo.

Le interesan las nuevas tecnologías, ¿cómo pueden ser favorables los libros digitales?

Al lector, de muchísimas maneras, porque tienen acceso a muchos libros y pueden ojearlos antes de comprarlos, si quieren. Creo que todavía no hemos visto todas las formas de cómo van a convivir los dos soportes y, eventualmente, me gustaría que en Sophos hubiera acceso a libros digitales. Aún así, creo que nos va a tomar tiempo desacostumbrarnos a la sensación del libro entre las manos y al olor del papel.

¿Aún existe el estereotipo del “librero intelectual-aburrido-serio”?

Por supuesto, y es culpa nuestra. Nos gusta que nos miren así, más inteligentes de lo que somos. Antes me preguntaban mucho si ya había leído todos los libros que tenemos aquí, algo imposible y absurdo, pero la gente espera que de 25 mil temáticas distintas, les puedas orientar de absolutamente todo. Esto tiene la ventaja de cierta credibilidad, aunque también una imagen que intimida.

¿Cuál ha sido la mejor experiencia en Sophos?

¡Ah bueno, aquí conocí a mi esposa! (sonríe). Mis hijos han crecido aquí, y a la mayoría de mis amigos actuales los he conocido aquí. En una ocasión me dijeron: “Mirá, tenés que cambiar el piso porque éste ya está roto”, y eso es excelente, ver que la gente se ha apropiado del lugar y te dice cómo hacer las cosas. Eso es lindísimo.

¿Y la peor experiencia?

Una trifulca entre dos escritores. Fue traumático, no porque pasara a más, sino porque yo, en mi inocencia, habría esperado mucho más decoro de parte del agresor.

Entre todos estos libros, ¿dónde quedó su carrera de Biología?

¡En mi mesa de noche! Lo digo porque sigo leyendo los temas que me interesan, muy distintos a los que podría haber ejercido como biólogo: evolución, pura teoría de la que nadie contrata. Sigue siendo mi “cuco” por un lado, y mi muñequito por otro.

Sobre Philippe, ¿de dónde viene y adónde va?

Soy un suizo-guatemalteco que ve que en este país el tema de identidad es bien complejo. ¿Quién puede decirse guatemalteco y qué quiere decir con eso? Así, vengo de esa cosa muy confusa, que probablemente nunca voy a entender. Y creo que seguiré siendo esa clase de guatemalteco que no sabe quién es, con ataduras y rechazos emocionales muy fuertes hacia Guatemala.

¿Sus juguetes preferidos de niño?

Mi bicicleta. Como vivía por la Montaña (zona 16), donde no pasaba mucha gente, salíamos en pijama a meternos en barrancos y en los riachuelos (que uno no sabía, pero estaban bien sucios). Y también los cómics. En realidad, nunca fui un gran lector. Tuve mi época de rebeldía y me opuse a leer cuando empezaron a obligarme en el colegio.

Si su vida tuviera música de fondo, ¿cómo sería?

¡Ah! Un mi iPod lleno de babosadas muy diferentes. En cuanto a mis gustos musicales, soy ecléctico.

¿El libro más raro que ha leído?

Más bien el que he dejado de leer. Se llama Tiqqun, y es de una temática rarísima post-situacionista que nunca entendí, pero me acabo de enterar que uno de los autores está preso por supuesto terrorismo.

¿Un momento perfecto?

Creo que el único imperfecto sería donde uno no sabe dónde está ni qué está haciendo: una pérdida de presencia. Una vez me desmayé en el oftalmólogo, y fue terrible. No sé qué pasó, pero creo que soy la única persona que se ha desmayado ahí (risas).

¿Un sueño cumplido?

Esto (Sophos), es el resultado de un sueño en vigilia. Y también cada vez que me enorgullezco de mis hijos, cada vez que me doy cuenta de que soy feliz con la gente con la que estoy.

De tanto leer, ¿no le ha dado por escribir?

Sí, pero tengo una imaginación muy pobre. Se me da por escribir reflexiones, que luego voy soltando en blogs. Me encantaría pensarme como escritor pero no, es vanidad. Ya es gula.

¿Ha usado alguna vez los libros para evadir la realidad?

¡Ah! Yo creo que cada vez que uno se mete a un libro es para eso. Lo que pasa es que los libros no siempre son tan cómplices como uno quisiera, y a veces el mismo libro que uno está usando para evadir, lo devuelve a la realidad por caminos que uno no se esperaba.

Si pudiera reescribir alguna parte de su historia, ¿cuál sería?

Como no he escrito ninguna, entonces me tocaría escribirlas todas. Creo que eso es un juego muy peligroso: si uno va a reescribir algo del pasado, no sólo está cambiando lo malo sino también lo que le gusta, y creo que una de las estrategias para ser feliz es entender que lo bueno y lo malo son parte de la misma cosa.

¿Qué personaje literario se parece más a usted?

Tenía mucho tiempo de no pensar en eso, pero en algún momento pensé que era Hamlet; en “Ser o no ser, he ahí la pregunta”, y el tipo nunca hace nada. ¡Pero me he vuelto más proactivo!

¿Y qué personaje se parece a Guatemala?

Otra pregunta tramposa, tramposa… A la larga, diría que es como Sancho Panza y Don Quijote al mismo tiempo; somos bonachones, pero brutos; idealistas, medio cobardes, pero también valientes… Yo creo que Guatemala es más bien una novela.

Perfil

  • Philippe Hunziker tiene ocho años de ser el director comercial de la librería Sophos.
  • Cofundador del proyecto urbano 4° Norte, y fue presidente de la Junta Directiva de esta asociación civil del 2000 al 2003.
  • En 1990-1993 cerró el pénsum de la licenciatura de Biología, en la Universidad del Valle de Guatemala.
  • En 1994-1996 fue gerente de división de Café en Renel Representaciones S.A.
  • En 1996-1999, gerente de Comercialización en la división de Automóviles de Fuertequipo.
  • Género literario preferido: el ensayo.
  • Libro que lo ha marcado: Papillón, de Henri Charrière.
  • Proyecto pendiente : bibliotecas comunitarias; tiene ya una iniciativa con bibliotecasdeguatemala.wikispaces.com, dirigida a bibliotecarios nacionales.

“Antes, me daba cargo de conciencia (no acabar de leer los libros que compraba),
pero ahora digo ¡no!, si el autor no me enganchó es culpa de él”.

Expresamos nuestro agradecimiento a Prensa Libre, y a Maria José Prado en particular, por dedircanos su tiempo y este espacio.