En su número 51, La Ermita (la revista cultura más longeva de Guatemala), ha publicado una entrevista que Mónica Luengas me hizo hace algunos meses.

Con su permiso, la publicamos a continuación integralmente.

La nueva cara de Sophos

Mónica Luengas R.

La ya tradicional librería, ubicada en la avenida de La Reforma, estrenará casa a partir de octubre. Después de una década, el negocio iniciado por Marilyn Pennington se expande y estrenará casa en el nuevo centro comercial Fontabella, ubicado en la zona 10, donde será revelada su nueva cara. En la siguiente entrevista, Philippe Hunziker, administrador de la librería, habla sobre su trayectoria, sobre el trabajo como librero y sobre esta nueva etapa.

¿Cómo comenzó este proyecto?

-En 2008, Sophos cumple diez años. Todo comenzó como algo muy chiquito, casi con ánimos de entretenimiento y se convirtió en lo que es ahora. Yo supongo que empezó cuando yo era niño, en mi casa se hablaba de esto desde hace mucho tiempo: de las librerías que había en otros lados y que no había aquí. Mi mamá decidió un día que ese era el momento de hacerlo, dejó el trabajo que tenia, pidió un préstamo, puso la librería y así empezó todo.

¿Cómo se fueron involucrando los hijos al proyecto?

-Yo me empecé a involucrar en el proyecto en enero de 2000. En algún momento mi mamá nos juntó a los tres hijos y nos dijo que pensaba cerrar la librería porque era mucho trabajo para ella sola. Así me empecé a involucrar yo, que era el que podía hacerlo en ese momento, y desde entonces estoy aquí.

Pero tengo entendido que tú venías de otras cosas.

-Si, yo hice un montón de cosas antes de llegar aquí. Estudié biología, trabajé de recepcionista, en una fábrica de levaduras, en una exportadora de café, exporté artesanías, vendí carros. Todo lo que hice me gustó, pero nunca hice nada que realmente me encantara.

¿Y te gusta ser librero?

-Yo no me muevo de aquí, porque estoy en mi salsa. Realmente encontré lo que voy hacer el resto de mis días.

La historia de Sophos ha sido bien interesante. El negocio ha crecido, ha tenido otras sedes que han cerrado…

-Desde que abrimos, mucha gente nos dice que quisiera ver la librería en otros lados y le hemos ido haciendo caso. Abrimos en La Antigua, en Cuatro Grados Norte, en la San Carlos y en la Universidad del Valle. Cada una de las sedes no ha funcionado por una razón muy peculiar, pero creo que en términos generales no somos muy buenos para llevar un lugar en donde no podemos estar. Entonces hemos decidido consolidarnos, lo que nos ha permitido enfocarnos en lo que nos interesa y hacer lo que creemos que hacemos bien: escoger libros y recomendarlos a los clientes.

Otra de las cosas que hacen a Sophos un lugar especial es el café y los eventos culturales que se realizan.

-Lo de la comida y el café siempre ha estado, eso era parte de la idea original de la librería. Queríamos que fuera un lugar donde la gente pudiera sentarse a platicar, no que fuera una simple venta de libros. Lo de los eventos lo hemos hecho desde el principio, aunque lo hacíamos de una forma poco estructurada. Ahora tenemos una agenda más desarrollada que es una parte indispensable de lo que es Sophos.

También están los talleres de lectura y escritura…

-Después de algún tiempo vinieron los talleres, que nos parecen un agregado importante. Siempre nos hemos puesto a pensar cómo podemos hacer para que la experiencia de lectura sea más completa. Empezamos con talleres de lectura, que funcionaron muy bien y que los seguiremos dando. Estos nacieron porque pensamos que si la gente está interesada en comprar un libro, podía estar lo suficientemente interesada como para adentrarse un poquito más en su lectura. Después vinieron los de escritura y todos son un complemento interesante a lo que hacemos en la librería.

Algo que la gente no comprende muy bien es el papel del librero. Cuéntame un poco sobre tu experiencia.

-No se entiende porque el librero representa muchas figuras. Recientemente oí a otro librero que decía que nuestro patrono es Mercurio, que es el dios de los mensajeros, pero también el dios de los mercaderes. El librero tiene ese doble papel: es el intermediario entre el que escribe y el que lee, pero también tiene el papel de comerciante. Los dos tienen que convivir en la misma persona y eso es lo difícil. Hay que tener el lado romántico de la persona interesada en la cultura, pero también tienes que mantener andando el negocio. Es un equilibrio delicado que no siempre se logra, pero creo que tanto mi mama como yo tenemos esos dos lados y por eso podemos tomar algunos riesgos.

¿Qué es lo que, a tu criterio, diferencia a Sophos de las otras librerías que existen en Guatemala?

-Tiene que ver con la actitud hacia el lector, que es de complicidad. Entendemos que quien viene aquí hace parte de la librería. Sophos siempre ha pretendido ser un tercer lugar, aparte de la oficina y de la casa, donde la gente viene a pasar el rato. Eso se traduce en que los libros están abiertos, están expuestos, quien viene aquí puede agarrar un libro y tomarse un café a la vez sin que nadie diga nada. Suponemos que nuestro lector es inteligente y por eso tratamos de traer cosas inteligentes; suponemos que es sensible; suponemos que se va arriesgar a leer cosas que no están necesariamente recomendadas.

¿Cómo se ha ido construyendo el catálogo de la librería?

-Hay que empezar diciendo que el primer pedido que hicimos, con el que abrimos la librería, fue muy diferente a los que hacemos ahora. Hemos aprendido mediante un proceso bien importante. Fuimos viendo qué era lo que se vendía, pero sobre todo aprendimos a base de pedidos de un solo libro. Es decir: venía un cliente y nos pedía un libro que no teníamos, pero nosotros le ofrecíamos traerlo. Al principio era una cosa muy modesta donde el cliente sentía que nosotros le hacíamos un favor, cuando realmente nos estábamos informando de lo que era interesante para leer, estábamos descubriendo catálogos y editoriales. Hemos adquirido una madurez que nos permite anticiparnos, traemos libros que casi podríamos etiquetarlos con nombre y apellido. Esa es otra cosa, el tamaño nos permite identificar a muchos de nuestros clientes por cara, nombre y demás.

En Sophos se manejan editoriales, catálogos y autores que no se encuentran en otras librerías en Guatemala. ¿Cómo ha sido ese proceso de descubrimiento?

-Ha sido mucho un tema de hambre. Es decir, cada vez que yo miraba un editorial rara, pequeña, con alguna cosa interesante, nos interesamos en establecer un contacto para traer los libros. De alguna manera sabemos que los libros que pertenecen a las grandes editoriales se consiguen en cualquier lado, entonces nos hemos dado a la tarea de tratar de acercar a la gente cosas que normalmente no son muy accesibles a los lectores.

¿Cuáles son las razones principales para el cambio de lugar?

-Nos cambiamos por dos razones fundamentales: la primera es el problema del parqueo, que en este lugar específico es un problema creciente; y a que solo el año pasado perdimos dos semanas de ventas por la venida de Bush y las reuniones del Comité Olímpico Internacional y del BID. También hay otra cosa y es que los libros, nuestros clientes y las ventas piden que crezcamos y aquí no hay espacio dónde crecer. Entonces nos pareció, cuando conocimos el lugar nuevo, que ya teníamos suficiente nombre como para que la gente nos buscara si nos movemos seis cuadras y que apreciaría, no solo el parqueo adicional que tendríamos, sino sobre todo el espacio adicional y las cosas nuevas que queremos trabajar.

¿Qué va tener de nuevo la nueva librería, aparte del parqueo?

-Va tener el doble de espacio, eso implica que vamos a mantener nuestras secciones tradicionales y otras áreas que han tenido menos espacio, van a poder tener un espacio mas importante. Se va a mejorar el área de niños, vamos a tener un salón de conferencias propiamente dicho, a pesar de que va estar integrado al café, que va poder estar aislado para proyecciones de películas y otras cosas. El área de talleres que ahora está fuera de Sophos, va estar dentro, va ser un poco mas grande y nos va permitir hacer talleres más seguido. La nueva estructura nos va a permitir tener la librería abierta en un horario más ámplio que acá y el café tendrá un horario todavía mas amplio. Esta se ha vuelto una ciudad de horarios mas amplios y hay que responder a eso.

Con la mudanza, ¿va a cerrar la librería en algún período?

-Lo que yo quiero hacer es cerrar máximo tres días, porque cada día que cerramos es un día de perdida.

Va a haber más espacio, ¿eso significa que el catálogo también se va a ampliar?

-Lo que va pasar en un principio, es que vas a ver mejor expuesto lo que ya tenemos. Vamos a exponer mejor sobre todo los libros que corresponden a las áreas de educación, negocios y otras que están subexpuestas ahorita.

¿Los precios se mantendrán?

Sí, esos no se mueven para nada. A no ser que el Euro nos obligue, hay que tener en cuenta que los libros españoles y europeos han duplicado su precio en quetzales en los últimos seis años.