Este domingo 26 de octubre, el diario Siglo XXI publicó un reportaje extenso sobre SOPHOS, en ocasión de nuestros 10 años y de nuestro inminente traslado de Reforma a Plaza Fontabella. El artículo, además de dar lugar a la foto de portada del diario (¡!), puede leerse en la edición en línea del diario. Para mayor comodidad de nuestros lectores, y esperando que nuestros amigos de Siglo XXI sepan disculpar el entusiasmo transgresor, transcribirmos a continuación el artículo.

Sophos, el oasis de los libros
Durante 10 años ha sido un pozo de libros. Allí bebe una incrementada legión de seguidores que, a partir del 5 de noviembre, tendrán más motivos para visitarlo.

Rony Marroquín, especial para Siglo XXI
Por sobre todo, la clave ha sido tener los oídos abiertos. El ejercicio le ha permitido a la librería Sophos situarse en uno de los puntos más referidos por los adictos a la lectura. Y ello, en parte, porque se acerca a esos leedores al escucharlos y corresponderles con los libros que demandan. Tarea nada fácil, pues Guatemala no es un epicentro editorial como Argentina, México o España. Para ello, Sophos ha tenido que crear una infraestructura, conocer sus limitaciones, entregarse a un compromiso, y despertar a lo largo de estos 10 años el suficiente cuidado y sensibilidad para responder a las necesidades de sus clientes.
Hoy, Sophos, con cerca de 20 mil títulos disponibles, va en busca de ganar más espacio en todos los frentes de sus servicios y actividades en lo que serán sus nuevas instalaciones en plaza Fontabella, zona 10. Algo que a su fundadora Marilyn Pennington, desde ya le causa sentimientos encontrados: “Es muy ambivalente esto. Me da muchísima tristeza dejar este lugar y, al mismo tiempo, me da mucha ilusión el otro. Sé que el nuevo nos va a permitir realizar muchas cosas, pero también me da miedo”.

Pasión por los libros
Conversar con doña Marilyn rápido se torna confidente y animado. Quizá porque el tema en este caso sea sobre su bebé (Sophos). “Esta librería es como uno de esos sueños que uno tiene, pero que no se atreve a formularlos, porque uno cree que no los va a realizar”, dice sonriendo Pennington. La ilusión le revoloteó en la cabeza durante casi 20 años, pero finalmente aterrizó el 16 de diciembre de 1998, en el local de la avenida La Reforma. A lo largo de todo este tiempo tuvieron una sucursal en la Universidad del Valle, en Antigua Guatemala; después cambiaron y abrieron otra librería en el Centro Universitario Metropolitano, y luego inauguraron otra en Cuatro Grados Norte. De todas, la única que persiste es la primera, pues, según Pennington, “nuestro concepto de librería no da para sucursales”.
De acuerdo con su fundadora, “vender libros no es como vender zapatos. Es decir, cualquiera contrata a un empleado y lo único que tiene que hacer es enseñar los modelos existentes; pero esto es otra cosa”. Además, para ella, “los libros son el mejor amigo que uno puede tener. Están siempre ahí. Cada vez que uno abre un libro le dice a uno algo diferente. Y lo que hacemos en Sophos es compartir la pasión que tenemos por los libros”.
Ese entusiasmo por los libros, Pennington lo descubrió cuando por motivos de trabajo viajaba al extranjero. Siempre apartaba una tarde para irse a buscar libros. Y de vuelta, indefectiblemente traía una maleta llena de éstos.
Por supuesto, esa experiencia le marcó tanto que cuando decidió fundar Sophos, debía cumplir con ciertas características: “Quería una librería donde uno pudiera ojear los libros y se pasara el tiempo que quisiera viendo o leyéndolos, sin que nadie atosigara al cliente. Luego, que tuviera una amplia selección de temas. Y después, que estuviera abierta cuando uno saliera del trabajo, que estuviera abierta el sábado por la tarde y el domingo. En fin, todas esas cosas que ansiaba como lectora, quise hacerlas realidad como librera”.

La nueva generación
En el curso de los años, Pennington encontró eco en sus hijos y nietos. En particular, en su hijo Philippe Hunziker, ahora gerente de la librería y un renovado modelo de empresario. Hunziker ha aprendido mucho de los laberintos del oficio; asume con franqueza sus aciertos y errores; está metido de cabeza en el proyecto, y prefiere la mirada de aquel que trabaja en familia, como en efecto sucede. Y eso facilita en mucho hablar de Sophos y de lo que significa vender libros en un país donde sólo el 68% de la población lee y no todos tienen posibilidades económicas de comprar un libro, ni les interesa la lectura. Aún así, este joven gerente está satisfecho con lo logrado hasta ahora al frente de una empresa de libros en Guatemala. “Es fascinante este negocio. La verdad es que no quiero quejarme porque nos ha mantenido durante 10 años, además de que me ha hecho conocer a muchísima gente linda, a muchos amigos. Seguro que algunos han encontrado acá cosas que han mejorado su vida. Sé que hay aspectos que debemos mejorar. Sé que hay una fracción mayoritaria de personas en Guatemala a las cuales les cuesta tomar la decisión de comprarse el libro más barato que tenemos, no digamos ser cliente o lector frecuente”. Aunque enseguida admite que, desde que iniciaron, el número de lectores aumentó.

Juntos a través de la lectura
Como si nada, Sophos se ha convertido en un punto de encuentro, debido a sus Noches Sibaritas en el café, a los cursos sobre escritura, a la presentación constante de libros y a la presencia de sus autores, así como a la lectura de poesía y a las actividades sabatinas del Club de Lectura para Niños (co-coordinado por Bruno, hijo de Philippe). Todo ello permite que personas de las más variadas posturas ideológicas, pero con un interés en común, los libros, se sienten juntas a la mesa. En ese sentido, podría decirse que Sophos cumple con sigilo una función social. Pero ¿acaso esa era la idea de sus fundadores? Hunziker responde así: “No era la idea, pero tampoco teníamos una idea distinta. Lo que sí sabíamos era que queríamos tener una librería donde cualquier persona se sintiera cómoda. Lo que no sabíamos era que muchos se sintieran en verdad cómodos”.
Es tal el gusto que despierta la librería (cuasi un oasis en el desierto), que hoy cuenta con una legión de admiradores. Y eso también tiene una explicación para Hunziker: “Creo que es una librería de la que la gente se apropia. Por lo que mis clientes me dicen, sé que cuando llegan a conocer verdaderamente a Sophos y les gusta, la hacen suya y la convierten en el tercer lugar adonde normalmente van. Lo mucho que hay que decir de Sophos habría que preguntárselo a los clientes, pues son quienes además hacen la atmósfera”.

Gastronomía entre libros
En esa línea de ideas, el concepto continuará en noviembre, ya en la nueva sede. Allí, Sophos ofrecerá un amplio parqueo en el sótano del edificio; un poco más del doble de espacio para libros y un horario que se ampliará hasta las nueve de la noche los viernes y sábados. Las actividades culturales aumentarán en número, y el café que dirige Désirée (hermana de Philippe), retomará, a partir de enero, las Noches sibaritas, donde la cena con cinco platos guardará coherencia con un personaje, un país o una novela. También sucederán Las enologías para sibaritas, donde se sea o no conocedor de vinos, tendrán dos días al mes para su disfrute. Cabe mencionar que esta parte gastronómica nació indisociable de la filosofía de la librería, inspirada en las grandes tiendas de libros del mundo, en particular como un homenaje a Gandhi, en la ciudad de México.
Désirée expone: “A mí me encanta ese interactuar con la librería, porque se complementan. Agarrar un libro y tomarse un cafecito o comerse un pan o tomarse una sopa van muy bien. Para mí, una nutre el alma y la otra el cuerpo”. Désirée titubea un poco a la hora de definir cuál es la especialidad del bistro, un término que le define muy bien por el concepto de cocina internacional que se elabora, pero en cambio sí está clara en puntualizar que cuentan con una amplia gama de tés y de combinaciones especiales de chocolate, así como de platillos ricos en especias.
Como ve, la mudanza no cambiará el espíritu transpirado en esta década. De hecho, Hunziker reconoce a renglón seguido que, “a través de una revaluación uno se da cuenta de que lo que quiere es hacer exactamente lo mismo que venía haciendo. Se quiere cambiar lo menos posible, porque aquello que nos llevó adonde estamos va bien, es decir, nuestros clientes están contentos. Obviamente hay cosas que debemos mejorar. Y estamos en el proceso. Pero no queremos convertirnos en una librería distinta a la que somos. Queremos que Sophos permanezca como es, solamente que con un nuevo hogar”.

El ingrediente secreto
¿Pero qué existe detrás de toda esa actividad y de ese ánimo que despierta Sophos entre el público? Algunos podrían argumentar que es la selección de libros que ofrece; otros, sus servicios (incluidos la cocina o el website, www.sophosenlinea.com), y otros más, un tanto frívolos, el diseño y la familiaridad del lugar, y quizá su ubicación. Sin embargo, hay un elemento presente desde el inicio: el compromiso de conseguirle al cliente el libro que desea. Pero también, y en efecto, al ojo crítico que han tenido sus personeros en la selección de pedidos con base en los catálogos editoriales. Según Hunziker: “A mí me da mucha honra cuando gente que viene de España, de Chile o de México me dice: ‘Usted no sabe cuánto tiempo busqué este libro en mi país, y no lo encontraba. Y aquí lo vine a encontrar’. Y eso sucede muy seguido. Lo digo, no porque sea sensible a los halagos del extranjero, sino porque cada vez que escucho esos comentarios me doy cuenta de que aquello que se decía antes de que en Guatemala no había libros, ya no lo es. Es cierto, nosotros siempre vamos a tener las limitantes que en cualquier otro país ante una producción de 65 mil libros al año. Pero es que no hay librería que pueda almacenar más del 10% de esa producción”.
En suma, tanto Marilyn, como Philippe y Désirée, están convencidos de que en los miles de libros que ofrecen no está toda la sabiduría; en todo caso son una vía hacia ella. Así, tampoco se consideran seres ungidos con una misión especial de llevar cultura, aunque están convencidos de que los libros son ventanas por las cuales se conocen y entienden otros mundos e ideas; y son honestos en recordarle a los clientes que ellos no han leído todos los libros. Eso, Hunziker lo aclara así: “Para empezar no hay nada más lejos de la realidad. Creo que en alguna medida es culpa nuestra porque los libreros proyectamos al público, con querer o sin querer, que lo sabemos todo”.
Así, esta empresa familiar, en vísperas de cumplir 10 años y de estrenar sede, mantendrá como marca de la casa la apertura de escuchar con atención las sugerencias de los lectores. “Ahí está la clave. Nosotros podemos saber mucho de libros y de editoriales, pero al final sabemos mucho menos de los temas que interesan a los propios clientes. La gente nos enseña más acerca de lo que hay que pedir”, afirma Hunziker.

LOS CLIENTES TIENEN LA PALABRA
FELIPE GIRÓN
Ejecutivo
“Sophos tiene un ambiente acogedor para leer y platicar, entre libros y café, con los amigos. Los domingos, además, resulta un buen día para visitarla con la familia, en especial con los hijos. Como bibliófilo, lo que me gusta de Sophos es la facilidad que da para adquirir desde libros españoles hasta norteamericanos, argentinos, mexicanos y guatemaltecos. Es decir, ofrece un amplio espectro. Me gusta su amplio horario”.

ANÍBAL SALGUERO NUFIO
Empresario
“Tengo seis años de ser cliente de Sophos. En primer lugar, más allá de la relación cliente-empresa, hemos adquirido confianza y una gran amistad. La familia es muy generosa, orienta al cliente en la compra de libros. Siempre están prestos a ayudarle. El ambiente es familiar, y por tanto uno no llega a un lugar desconocido. Es como llegar a su casa”.

EMMA TERESA MONTENEGRO
Artista
“Marilyn me parece una mujer extraordinaria que pudo levantar ese negocio. Vi cómo empezaron y vi después cómo crecieron. Además, hablamos de una familia muy humana. Recuerdo la forma en que ayudaron a Gabriela Navassi, quien motivó la creación del Club de Lectura y enfermó de cáncer. Hubiera visto cómo fueron con ella. Sophos hace honor al nombre que tiene”.

MARIO ROBERTO MORENO
Ejecutivo
“Una de las cosas que me gusta es que son los dueños quienes atienden. Veo también que tratan por parejo a todos los clientes; es decir, con amabilidad. Los empleados son personas que ayudan y nunca dicen ‘no hay’. Además, el ambiente contagia, uno puede leer allí un libro con un pastelito o un café”.

En el corazón de la Zona Viva
Sophos abrirá las puertas de su nuevo local, en Plaza Fontabella (4a. avenida y 12 calle, zona 10) el 5 de noviembre. La gran inauguración, que coincide con la del centro comercial, será el 12 de noviembre.