Texto que el autor leyó durante la presentación de sus novelas.

my lakeLes agradezco tantísimo esta oportunidad de presentar un par de novelas que—por cierto—inicialmente van a parecer muy curiosas a los guatemaltecos por haber sido escritas por un norteamericano y publicadas en inglés antes que en español. Lo más curioso es que las novelas presentan la historia de Guatemala desde el punto de vista de la gente maya durante un siglo tan complejo y violento: de 1886 a 1982, desde Justo Rufino Barrios hasta Ríos Montt. Es obvio que no soy maya, pero al leer una u otra novela—no importa cual se lea primero—espero que el lector quede convencido que la perspectiva es auténtica y útil de ser tomada en serio. Si fuera este el caso, no será porque yo sea un escritor tan capaz o extraordinario, sino porque los mayas son tan capaces como oradores. En ambos libros, los personajes mayas comparten sus propias historias en forma de ficción.

Lo curioso es que un gringo haya tenido acceso a historias orales tan antiguas y distintas, atesoradas entre los mayas desde hace 75 años. Fueron registradas por el antropólogo norteamericano Sol Tax, de la Universidad de Chicago, y más tarde recopiladas y compartidas conmigo como su estudiante. Otras historias orales de vidas de mayas las obtuve yo, trabajando y viviendo entre mayas desde el año 1963. Sigo viviendo, todavía, en un pueblo completamente indígena, que se llama Tzununá—el lugar de los colibríes—una aldea de Santa Cruz la Laguna en Sololá. Es uno de los pueblos más antiguos y el pueblo más conservador y más pobre de ese departamento, en mi opinión.
Hay más que compartir con ustedes: mi abuela fue misionera Protestante—de la secta de los Cuákeros, o los Amigos de la Sociedad de los Amigos de los Estados Unidos—desde 1916 hasta su muerte en Chiquimula en 1946. Por todas estas influencias, creo que—con 45 años de vivencias en Guatemala—soy yo tanto chapín como gringo. Durante los primeros 25 años de mi carrera en Guatemala, hice estudios típicos de la antropología y la geografía: sobre relaciones de la gente indígena entre ellos mismos, entre ellos y guatemaltecos no indígenas, y entre ellos y su mundo natural y sobrenatural. El foco de mi tesis de doctorado fue la estructura de sus creencias: su visión del mundo y los factores en su experiencia de aculturación que tuvieron un impacto significativo en sus creencias tradicionales. Estos factores incluyeron el contacto con la educación formal, la medicina moderna, el servicio militar, e influencias religiosas como el Protestantismo y la Acción Católica. También me interesé en las tendencias demográficas, el rápido crecimiento en la población indígena, y el incremento relacionado con pérdidas por desastres naturales sufridas por los más pobres y desfavorecidos, que viven en las áreas más afectadas por los deslaves de tormentas y temblores.

Después, en 1990, conocí a mi esposa cuando fui -al igual que ella- observador de las elecciones nacionales en Nicaragua. Al casarnos, decidimos experimentar maneras de compartir con otros extranjeros lo que entendíamos de las tendencias y condiciones de la América Central, organizando y dirigiendo tours a Guatemala antes de incluir otras partes de las Américas y Europa en donde etnias minoritarias encontraron problemas con la distribución de recursos naturales y oportunidades para mejorar su vida. Al mismo tiempo, hace 15 años más o menos, tuve la idea de usar la perspectiva de mi experiencia en Guatemala, junto con las historias orales ya mencionadas, para presentar la historia de perspectivas mayas por medio de novelas históricas. Anticipé que los principales lectores de tales novelas serían extranjeros, incluyendo turistas, con interés en Guatemala, pero sin suficiente interés para leer una historia académica del país y las relaciones entre gente indígena y no-indígena.

Pero, al comenzar a estudiar esta historia de la época más racista, del liberalismo desde Justo Rufino Barrios hasta Jorge Ubico, comencé a comprender que por falta de documentación de las condiciones de su vida por los mayas mismos, los testimonios personales juntados por Sol Tax hace 75 años representaban un recurso intelectual bastante único. La realidad era que los mayas durante la mayor parte de la época del liberalismo no pudieron asistir a la escuela y por eso no aprendieron a leer ni escribir. Además, con el exilio del clero, los mayas se quedaron muy aislados y reservados con su perspectiva que no compartieron con casi nadie.

El problema que anticipé en escribir una novela histórica sobre esta época me pareció el mismo problema que encontró la autora, Harriet Beecher Stow, con su novela norteamericana sobre las condiciones de ser negro y esclavo antes de la Guerra Civil. En su novela, Uncle Tom’s Cabin/ La Cabaña del Tío Tom, ella presentó la realidad de ser negro, incluyendo las ventajas de parecer humilde, ignorante, y deferente, …aún servil, para evitar el castigo de los patrones y dueños blancos. El resultado entre los blancos fue reforzar su racismo con la confirmación de la inferioridad de los negros que la novela sugería. Pero entre los negros la novela recibió mucha reacción negativa, hasta el punto de que cualquier negro aceptado por los blancos era acusado de ser “un Uncle Tom/ tío Tom.” Desagraciadamente, la novela tuvo el efecto de reforzar el racismo que Harriet Beecher Stow quiso explicar y combatir Es decir, presentar ahora una novela sobre la perspectiva maya, limitada a una época cuando casi toda la gente indígena era analfabeta, pudiera confirmar la opinión racista de que los mayas son un poco débiles mentales. Limitados a la palabra dicha y la tradición oral de creencias y mitos, en aquella época había una tendencia fuerte a creer como verdad todo el conocimiento común relatado por los ancianos. Sol Tax descubrió -tan recientemente como 1935- que en Panajachel nadie entre sus informantes mayas comprendía el concepto de un cuento fabricado por la imaginación. Tax concluyó que les faltaba el concepto de ficción, de cuentos ficticios, inventados, por ejemplo, para dar instrucción en lo moral. El resultado de esto, en aquella época del liberalismo, fue dar la impresión de mentes débiles,…de adultos mayas que pensaban como niños.

Pero, esta situación comenzó a cambiar con rapidez cuando las leyes cambiaron para incluir a jóvenes mayas en las escuelas. Una revolución en la visión del mundo maya acompañó la revolución política y económica de los gobiernos de Arévalo y Arbenz. Y la llegada de protestantes Norteamericanos aceleró esta transformación en las creencias y costumbres del siglo XX. Por eso, decidí escribir también la segunda novela y publicarlas juntas, para mejor asegurar que la primera novela no reforzaría el racismo. Y por eso la segunda novela no usa personajes tan típicos de su época. La segunda va al otro extremo al enfocar en una minoría de los mayas que se educaron bien, con carreras profesionales, durante los años después de la terminación abrupta del gobierno de Jacobo Arbenz. Pero estos personajes mayas de la segunda novela están basados en vidas tan plenamente documentadas por entrevistas como las documentadas en las historias orales de Sol Tax. Afortunadamente, en 1968, fui invitado a pasar un año como profesor visitante de la Facultad de Humanidades de la USAC, dando cursos sobre la sociedad y cultura maya. Así conocí a estudiantes mayas, incluyendo un joven que encontré otra vez 15 años más tarde cuando él decidió huir de Guatemala. Durante dos semanas en mi casa en Colorado, escuché la historia de su familia revolucionaria y de su vida como profesor en la universidad, muy involucrado en establecer primero el Frente Indigenista Nacional (FIN, un partido político de sólo gente indígena), y más tarde su partido indígena sucesor, el Movimiento Humanitario Indígena Democrático. Además era evangélico y también homosexual. Decidió huir de Guatemala a Canadá cuando, primero, Lucas García y, después, Ríos Montt no quisieron aceptar un partido indígena. El título de la segunda novela, El Rapto o La Violación de la Esperanza, refiere el éxito que tuvo Lucas García en convencer al liderazgo del FIN de no competir contra el partido de Lucas Garcia sino unirse a él en anticipación de una nueva era de cooperación entre indígenas y ladinos. Pero al obtener la lista de miembros del partido FIN, Lucas García comenzó a desaparecer al liderazgo.

Las dos novelas son muy distintas, pero los personajes representan cinco generaciones de la misma familia indígena, los Ajcojomes, originarios de Santa Catarina Palopó en Sololá. Dadas las preguntas legítimas que algunos lectores guatemaltecos tendrán sobre la posibilidad de que un norteamericano sea el autor de una historia ficticia que merece atención seria, creo que al menos podré evitar la crítica de no comprender lo complejo de las relaciones interétnicas y el racismo del siglo pasado. Si el lector acepta que yo comprendo esto suficientemente bien, ojalá acepte también que comprendo bien la realidad de la visión maya del mundo y cómo estaba cambiando la perspectiva tradicional en el siglo pasado. Por supuesto la gente maya ya entiende esta realidad, pero yo creo que los ladinos típicos pueden aprender mucho de la visión maya tradicional del mundo. He intentado evitar la impresión de idolatrar la cultura maya, como un artefacto antropológico de museo. Afortunadamente, el antropólogo Ricardo Adams, al darme sus comentarios sobre las novelas, en el segundo libro dijo que en mi presentación de la historia maya he evitado con éxito la tentación de enfocar lo exótico. Creo que la segunda novela ayuda a evitar esta impresión, que es la razón de publicarlas simultáneamente.

La segunda novela tiene un personaje, Billy Coyote, el protagonista, bastante problemático respecto a su preferencia sexual. Mientras que los personajes de la primera novela son típicos de los mayas rurales de hace cien años, Billy Coyote y sus amigos en la ciudad no son tan típicos. Es muy posible que lectores mayas de la segunda novela vayan a cuestionar mi decisión de escoger un protagonista tan problemático. Pero mi propia experiencia como catedrático visitante de la USAC, me enseñó que entre los guatemaltecos intelectuales de la segunda mitad del siglo pasado hubo una revolución en lo moral, en las costumbres de la juventud comenzando en los años 1945 hasta 1954. Lo que pasó en los Estados Unidos más temprano en el siglo XX ocurrió también en Guatemala entre la población maya al igual que en la población ladina.

Tengo que admitir que fui mucho más audaz al intentar describir una perspectiva maya así de la segunda mitad del siglo XX que al escribir la primera novela. Sería difícil encontrar ahora escritores mayas con una perspectiva mucho más objetiva que la mía sobre el pensamiento maya de fines del siglo XIX. Pero hoy se encuentran muchos mayas bien educados y muy capaces de escribir su propia historia de las décadas recientes en forma de ficción. Algunos ya han escrito novelas de los años violentos recientes, pero hasta ahora nadie ha experimentado—hasta donde conozco—con una historia ficticia que cubra tantos años del siglo pasado. Espero que mis novelas provoquen otros intentos—otros ensayos sobre la perspectiva maya—escritos por los mismos mayas para ayudar a gente no-maya a comprender la realidad de los mayas durante esas décadas tan duras. Pero, mientras tanto, tengo ganas de hacer ediciones españolas de estas novelas y posiblemente de continuar la historia ficticia con una tercera novela. Con respecto a las ediciones en español, quisiera compartir la reacción del periodista Alfredo Kaltschmitt a las novelas. La semana pasada recibí este mensaje (en inglés) por correo electrónico:
“I have read your first novel and am almost through with the second. Very good indeed. Informative and historically and anthropologically very accurate. History comes alive when read through individual lives and how it affects them. Coffee farms around the lake have a new meaning for me. They must be translated into Spanish. Guatemalans should learn the history of their country, especially how forced labor still influences attitudes and idiosyncracies and even the political arena. I will write a review as soon as I finish the reading.” En anticipación de ediciones en español, les invito también a expresar sus reacciones para ayudarme a anticipar la recepción de tales novelas entre una audiencia Guatemalteca más amplia.

Hay un punto más que quiero mencionar antes de invitar sus preguntas y comentarios: una pregunta que muchos amigos me han hecho. ¿Por qué escogí la opción de escribir una historia ficticia en vez de una historia académica basada en los testimonios orales, o tal vez una biografía del profesor y activista político que inspiró al personaje principal de la segunda novela? Mi primera respuesta es, como mencioné al principio, que la audiencia extranjera que me interesa va a tener más paciencia con una novela que con una historia académica o una biografía. También, los testimonios de memorias no siempre dicen sólo la verdad. Hay riesgos en escribir una historia basada en tales historias orales. Además, hay muchos asuntos en la historia del siglo pasado no muy bien documentados o que permiten varias interpretaciones. Si no se limita a los hechos, un autor puede jugar al presentar un cuento más detallado y divertido. El uso de agendas personales tiene ventajas tanto como desventajas. Es probable, por esta razón, que Francisco Goldman haya decidido referirse a su libro recién publicado en inglés—The Art of Political Murder: Who Killed the Priest?—como una investigación novelística. Con tal descripción él obtiene algo de protección por incluir hipótesis y datos obtenidos a través de entrevistas que seguramente no podría haber presentado como la verdad. Y por medio de la ficción pude yo, así mismo, jugar con asuntos problemáticos que me han interesado en los años que he vivido en Guatemala. Por ejemplo, ser un profesor visitante en la USAC al principio de la guerra civil de los 60 fue muy problemático. Otros científicos sociales europeos también fueron invitados a servir como catedráticos visitantes en la misma era, y el sentimiento contra el imperialismo intelectual—fuera de Norteamérica o Marxista de Francia- fue muy fuerte entre los estudiantes. Igual con el imperialismo religioso que representaron los misioneros en esa época. De mi propia experiencia con respecto a este ambiente, pude presentar en la segunda novela charlas entre los personajes sobre tales tensiones, especialmente entre Cuákeros evangélicos y Cuákeros liberales involucrados en el desarrollo rural. En la década de los sesenta, el Cuerpo de Paz de los Estados Unidos en Guatemala tuvo como modelo un experimento privado de esta forma introducido por voluntarios del Comité Servicio de Los Amigos, o Cuákeros. La segunda novela trata sobre estas tensiones en los papeles de extranjeros, algunos mucho más útiles que otros, en mi opinión.

Pero, obviamente, la demanda u objetivo de una novela es divertir más que educar, y esto aplica también a una novela histórica. Sólo al leer estas novelas podrán ustedes aconsejarme sobre el éxito probable de ediciones en español. Por esto les agradezco a todos por venir hoy para comenzar a satisfacer su curiosidad.