En el período histórico que corresponde a los años 1976 – 1979, una serie de anotaciones en el diario de Raúl Eneldo Chávez nos dan una idea aproximada de lo que por esos momentos sentía. El desasosiego ante las causas que llevaron al joven heredero de una acaudalada familia criolla guatemalteca a participar en diversas organizaciones guerrilleras, es un misterio. En su diario, escrito a lápiz y destruido parcialmente, hace algunos comentarios reveladores:

Comienzo a sentir que la lucha armada no corresponde a mis intereses poéticos (…), la vida tiene que ser algo más que caminar todo el día en esta selva de mierda (…), tengo los pies hinchados de caminar, además los indios no me entienden y creo que me odian sólo por ser canche
(Página 125)

Este tipo de comentarios anticipaban la disidencia disoluta de su yo-poético ante los ideales revolucionarios guatemaltecos. Nikittin y Harnecker, entonces tan celebrados, lo motivaron a la lectura de textos clásicos del pensamiento latinoamericano: María de Jorge Isaacs y el tomo 1 y 2 de las obras completas de Caridad Bravo Adams. En la apostilla del 29 de marzo de 1976 nos revela mucho de la reducción sentimental que le disminuía el apetito:

La vida y la revolución me asquean. Me asquea todo lo que no tenga que ver con la literatura en sí. Creo que mi participación dentro de esta estructura no es válida (…) creo que cumplí con mi tarea.
No más disparar, ni caminar cargando no solo mi  mochila sino las de mis compañeros. Todos me repugnan. Además no puedo oír música, ni siquiera la radio. Les hablo de rock progresivo y ni lo oyen, sólo esa porquería ranchera (…)
(Página 278)

Podemos ver cómo está cifrada en Raúl Eneldo Chávez la influencia de Jean Paul Sartre y de José Milla y Vidaurre dentro de la formación de los intelectuales jóvenes que sentían más curiosidad por descubrir esa visión poliédrica de la izquierda.
Entre el 8 de abril y el 14 de septiembre 1977, alternaba sus largas estancias en el campamento con anotaciones que poco a poco se fueron construyendo La Gran Novela Guatemalteca. Estos fragmentos construyen el más erecto homenaje a la  Rayuela de Julio Cortázar, el rocanrol con mensaje y  la influencia  decisiva que la telenovela Los ricos también lloran tuvo en la intelectualidad burguesa del 70 y ochenta.  A través de sus diarios íntimos alcanzamos a definir  a un hombre con sed de informarse, de adentrarse en el fondo de los clásicos del Siglo XX, pasando obligatoriamente por Thomas Mann, James Joyce, hasta las artes visuales siendo Andy Warhol un descubrimiento donde se anexaba el universo de la repetición como una verdadera sima del pensamiento revolucionario:

12 de abril
Estos provincianos imbéciles parecen cada vez más  arraigados a su caserío, se quedaron muy atrás. La verdad es que lo más importante es innovar dentro de la izquierda y sus argumentos corroídos por una militancia sin correspondencias. Creo que La  Gran Novela Guatemalteca será por siempre despreciada por  este país de ratas y de  finqueros ladrones, ignorantes y malditos. Poliéster + zapatos de plataforma + camisa color tamarindo = montaña púrpura zona 4. La revolución no es para mí, el único auténtico revolucionario.
(Página 976)
Es contradictoria la relación amor-odio que lleva en su registro cotidiano. El hartazgo y su promiscuidad ideológica de intelectual comprometido fueron desgastando su encanto por  la lucha armada. Aquí otro  poema incluido en sus diarios:

soy en el minúsculo agujero negro de la historia
un albañil de mi laberinto de palabras
palabras corpulentas de miembros
sanchos y deliciosos
incandescentes donde todo el mundo
penetra en mí
(Página 1887)
Quizá los poemas incluidos por Chávez fueron mutilados por varias mujeres con las que mantuvo relaciones sentimentales y en sus apenas 2,996 páginas se construye la máxima aventura lírica de la literatura guatemalteca hasta ahora conocida, en ella encontramos desde la descripción de la naturaleza, el pensamiento marxista, la cura del susto y algunas recetas de cocina basada en las plantas halladas en las montañas del Quiché.
En el último cuaderno de La Gran Novela Guatemalteca encontramos una  de sus anotaciones más reveladoras, viéndose ante una posible postración etílica decidió escapar hacia la ciudad, donde deambuló, desheredado por su familia y desconocido por sus amigos de infancia —entonces embebidos por la disco dance— como una suerte de Edgar Allan Poe hispano atrapado en una  incontrolable dipsomanía, sin que volviera a saberse de él. En 1984, año de importantes acontecimientos como lo fue el lanzamiento del disco We are the World y la primera emisión del canal de televisión Mtv, Eneldo Chávez enferma de cirrosis y es atendido en el Hospital Roosevelt, donde muere el 4 de julio. Muchos de sus editores, amigos y compañeros de la militancia política se acercaron a los medios impresos para manifestar su profunda admiración por el novelista más importante de la segunda mitad del siglo XX. Nadie se hizo cargo de los costos de su sepelio debido a la restricción ideológica impuesta por la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca y algunas de sus amantes con quienes tuvo cerca de doce hijos ilegítimos, sumado al desdén de las ignorantes y prepotentes nuevas generaciones de escritores guatemaltecos en el Siglo XXI.
Termino este comentario a los diarios de Eneldo Chávez, recién publicados en España por Editorial Planeta, con un párrafo en clave poética inserto el día 20 de mayo de 1979, donde el poeta reclama la memoria de sus propias contradicciones como novelista revolucionario:

Cada vez que veas
Como los días asaltan
Los autobuses llenos de gente
Piensa que es por mí
Poeta, al fin de cuentas
Doloroso cuerpo de hiedra
Lamiendo la piedra
Izquierda y derecha: el sostén de nuestros pechos

Javier Payeras, 2007