(Versión abreviada de la conferencia dictada durante el seminario anual de la AGIT -Asociación Guatemalteca de Intérpretes y Traductores- el viernes 29 de septiembre de 2007)

subtitulosEn Guatemala, los nombres de marcas de cervezas y de compañías de telecomunicaciones y, en estos recientes y próximos meses, los de los candidatos a cargos públicos, constituyen el grueso de lo que Guatemala lee.

Le siguen, muy de lejos, las señales de tránsito.

Por supuesto que la pregunta ¿qué lees Guatemala?, se presta a diversas interpretaciones, y se me podrá reprochar, con toda justicia, el haber enfocado mi respuesta únicamente a las lecturas meramente técnicas o con fines informativos, que hacemos los guatemaltecos.

Se esperaría de un librero que conteste en el sentido de ¿cuáles son las narrativas que gustan a los guatemaltecos?

Si nos vamos directo al grano y nos referimos solamente a los géneros de ficción que suelen leer los guatemaltecos, no me cabría la menor duda de que, con diferencia, lo que más se lee en Guatemala, son sub-títulos de películas y de series de televisión americanas.

He hecho este par de comentarios inesperados y, de repente, hasta un poco maliciosos, con el objetivo principal de romper el hielo. Sin embargo, como pasa con la mayoría de los giros irónicos, estas afirmaciones nos dejan pensando en cosas que son menos graciosas.

Imagínenme empezando esta charla abanderando una barbaridad del tipo: “la lectura ha cambiado el rumbo de nuestra patria” o peor aún “En Guatemala, sí se lee”.

El auditorio se dividiría entre los incrédulos, los divertidos y los ofendidos.

Una charla como la de hoy por la mañana está casi destinada a ser pesimista y sería comprensible si dedicáramos este tiempo a lamentarnos por el analfabetismo, real y funcional, en que está sumido nuestro país.

Por respeto y en honor a aquellos que, a diferencia de los que estamos en esta sala, se han perdido de la riqueza de una vida letrada. Aquellos que no han podido, como Manuel José Arce, “meterse en un libro e irse”, mantengamos en mente las cifras y datos que todos, bien conocemos, bien intuimos, acerca de, por ejemplo, el deficiente acceso a la educación gratuita de calidad en Guatemala. En el contexto de una charla en la que hablaremos de lo que sí se lee en Guatemala, les pido que recordemos a la enorme cantidad de niños, jóvenes y adultos que, como nación, no hemos logrado alfabetizar y mucho menos, “lectorizar”.

Pasemos a notas más agradables, ahora, más acordes a esta celebración a la que han tenido a bien invitarme.

¿Qué afirmaciones, más alentadoras, podemos hacer en relación con la lectura en Guatemala?

Para empezar, podemos decir que en Guatemala, cada vez, se editan más libros. Según el registro del ISBN pasamos de 450 títulos nuevos pubicados en 2004 a 550 en 2005 y 730 en 2006.

Además de las editoriales de trayectoria más larga y que ya conocíamos antes, como Artemis Edinter, Piedra Santa, en el sector privado y Tipografia Nacional, Editorial Cultura y Editorial Universitaria en el sector público, surgen, a partir de la firma de los acuerdos de paz, editores nuevos y muy activos que han modificado para bien el panorama editorial guatemalteco. F&G Editores, Magna Terra Editores, Palo de Hormigo, Letra Negra, Cholsama o Del Pensativo son algunos de estos sellos jóvenes.

Junto con ellos (y esto no es ninguna casualidad), se desarrolla un interés creciente de los guatemaltecos por enterarse de su historia reciente e interpretar una nación que, si bien es la propia, en muchos sentidos, también les es ajena. Digo que no es una causalidad: la lectura fue considerada subversiva durante tanto tiempo en Guatemala (pienso, por ejemplo, en Ubico y su alergia a los poetas) que la eliminación de las restricciones ha tenido un efecto explosivo.

Pero no es solamente un creciente interés por nuestro país el que hace que el tema de lectura se pueda ver desde ojos optimistas. Cada año, se importan más libros. Según datos de la SIECA, procesados por la Embajada de España en Guatemala, de 2002 a 2006, las importaciones de libros se han incrementado un 42%, es decir, casi un 10% anualCada año se lee más. En SOPHOS, cada año desde hace 9, vendemos muchos más libros, por lo cual estamos agradecidos por la fidelidad de nuestros clientes.

Volveremos al caso de SOPHOS después. Ahora, nuevamente con nuestra pregunta: ¿Que lees, Guatemala?

En Guatemala se leen periódicos.

No, no voy a regresar a esa misma cantaleta. Hay un punto importante que quiero hacer.

Cada día, más de un cuarto de millón de guatemaltecos compran el periódico Nuestro Diario, un matutino “ligero, muy visual y de fácil lectura”, según lo describe mediatico.com.

Recalco que lo compran, porque esto significa que han tenido esa intención, que han tomado una decisión y que han sacrificado el valor del ejemplar. Con lo cual, suponemos, que la lectura de dicho periódico implica, para 250 mil guatemaltecos, la satisfacción de una necesidad, que puede ser utilitaria, aunque sospecho que en el caso de Nuestro Diario se trata de una necesidad de entretenimiento.

Insisto en que no bromeo, por una razón. El 17 de abril de 2007, los lectores de Nuestro Diario leyeron el primer capítulo, de un total de 60, de la primer fotonovela guatemalteca. Se titula “Pasión por un beso” y está siendo “escrita”, “fotografiada”, “producida” (como sea que se deba decir en este caso) por entregas, a la usanza de los fanzines de antaño.

Esto me parece importantísimo. El portugués Eca de Queiros (uno de los 3 enormes escritores portugueses y autor del Crimen del Padre Amaro) escribió su primera novela, por entregas, en un diario. Dumas hacía lo mismo. Y ahora Mendel Samayoa (director del proyecto) junto a su equipo, está haciendo otro tanto en el diario de mayor circulación de Centroamérica. Y proponiendo una estética interesante.

Ya lo dijimos, Nuestro Diario es un periódico ligero, muy visual y de lectura fácil. No es lógico que sea el nicho ideal para una propuesta literaria destinada a las masas, al gran público?

De los lugares más inesperados surgen con frecuencia las propuestas más osadas e interesantes, pero nuestros prejuicios nos privan muchas veces de las mejores lecturas.

Tendremos ocasión de comprobarlo de nuevo más adelante.

Partimos, en SOPHOS, de la premisa de que cualquiera leería más, si se diera la oportunidad de toparse con aquello que le interesase leer, pero que aún no conoce. Indispensable, para ello, la diversidad de la oferta, y la curiosidad del lector.

Es tiempo de hablar, ahora sí, de libros y quiero empezar mencionando a algunos autores.

Nadie pone en duda que el autor más leído en Guatemala es Dios. Pero no me siento con la propiedad para hablar del segmento religioso. Primero porque la nuestra es una librería que denominaría, si tuviera que hacerlo, laica y segundo porque 7 de las 8 biblias que en algún momento traje para vender desaparecieron de la librería misteriosamente (y sin generar factura).

Si nos restringimos a los profanos, entiendo que el autor más leído en Guatemala es Héctor Gaitán. Su semanario, «La calle donde tú vives», ahora publicado como una colección de libros, es archiconocida en Guatemala. Locutor, además de escritor, el señor Gaitán, me dicen, potencia la venta de sus libros a través de sus programas de radio en el interior del país.

Hago un pequeño paréntesis porque, si estoy en presencia de traductores, estoy potencialmente en presencia de autores. Por razones que me parece que se deberían ir superando, la mayoría de escritores son reticentes a promocionarse tan abiertamente como el señor Gaitán. Si escribir un libro mereció el esfuerzo de meses y hasta quizás de años de quebrarse el coco escribiendo, tachando, puliendo y corrigiendo, sorprende que el propio autor tenga renuencia a promoverlo, como si dudara de que al lector le fuesen a valer la pena las pocas horas que invertiría en su lectura. Cierro el paréntesis.

(Fin de la primera parte)

(a segunta parte)