tabucchiEl relato desde la conciencia y la fenomenología de los estados alterados, son temas que se pueden argumentar luego de leer Réquiem de Antonio Tabucchi. Ésta, quizá antinovela ( si se puede aterrizar en un término tan veleidoso) entusiasma al escritor-lector que busca metáforas de que alimentarse. Claro, si lo único que le interesa es la literatura.
Un aspecto digno de resaltar es, al igual que en Bernhard —perdón la insistencia— su manejo del párrafo como un solo bloque de flujo, eso que denota que aquello no está planificado como la insabora construcción de una tesis, sino como un recording o un testimonio hecho a la grabadora desde ese don enigmático de la escritura automática.
Su escenografía la componen interiormente los personajes y esos diálogos perdidos que seguro sustrajo de Kafka. Una lectura nutricia y fragmentaria. Con la presteza de un poeta, que por más que desee contar simple y objetivamente (como tanto narrador paleolítico alérgico a la poesía), debe caer en la profundidad y en la síntesis.
Para recordar: un encuentro fortuito con el más grande poeta portugués del S.XX, que lo deja a uno, sinceramente, patidifuso.
Javier Payeras