Sin embargo los fantasmas se quedan como conservas de un mundo que se borra. Antimaterias que resisten al olvido. Metiches en todo lo humano. Voyeuristas que se toman toda la eternidad para espiar por las rendijas. Pero lo verdaderamente miserable de ser un espectro de este tipo, es quedarse amarrado al lugar donde se fue feliz (o todo lo contrario). Ese es el temor que nos da la muerte: jamás lograr salir de un mismo sitio. Por eso se agusana el cerebro creyendo que no hay mal que dure cien años ni enfermo que los aguante. Pero si hay otra vida peor después de la muerte, ¿por qué no corregir esta? Preguntas de sobra. Demasiadas preguntas para una pequeña reseña de libro.
¡Y qué libro! Los Fantasmas de César Aira es una foto 3D tomada a un edificio en construcción, en una calurosa temporada en Buenos Aires. El trajín y la desmesurada ingesta de materiales para edificar el enorme condominio de lujo, hace que se pierda cualquier espiritualidad atrapada en sus paredes. Primero los albañiles. Luego los electricistas. Por último los decoradores. Todos se mueven como hormigas de un lugar a otro. Hablan. Anotan. Corrigen. Una relación pragmática y colectiva para dejar bien terminada la costosa inversión. Pero sin que nadie lo sepa, alrededor, varios fantasmas acechan. Los habitantes de la construcción anterior, la que fue demolida, la que será olvidada. Caminan entre los andamios. Solitarios. Mas no interrumpen la construcción, únicamente se dan el lujo de ir desnudos por cada una de las habitaciones sin terminar. Disparatadamente, no son los espectros de una casa encantada. No están retenidos dentro de un ático. Son los sobrevivientes del desarrollo urbanístico, mediado por el aluminio y el acrílico. Su cobijo ha sido arrojado al piso, pues ya no hay dónde ubicar a los seres de otro mundo dentro de éste. Lo mejor de todo es que la sobrepoblación parasicológica está garantizada. Me gusta esta historia, es más, desde que la leí no puedo dejar de ver hacia arriba, a los laboriosos constructores que suben y bajan cubetas con cemento, a las plumillas que dan una imagen del infierno mecanicista y a los tipos de casco que extienden largas planas milimetradas para dejarlo todo en su sitio exacto. También veo esa otra vida, las ciudades contemporáneas son cementerios. El suelo se ha tragado toda nostalgia. Y los malls, los bancos y los hoteles suben sobre nuestros hombros y nos ven desde arriba. Sin que alguien imagine que también están invadidos por el pasado.
César Aira (1949) es un responsable escritor de novela corta. Arte que admiro porque no le quita el tiempo a los lectores. Tiene una redacción limpia (se sobre entiende que poética) y una tentativa zen por la profundidad y la gracia. Es uno de esos autores latinoamericanos que nace cada vez que pasa un cometa. Autor de una obra bastísima y poco interesado en la polémica. Entre sus muchos trabajos cuenta con un excelente trabajo sobre Alejandra Pizarnik. Otros libros: La prueba, Los dos payasos, Un episodio en la vida del pintor viajero. Creo que aún radica en Buenos Aires.
Javier Payeras, octubre 2006