Es una cosa de cooperación, de comunicación, de entendimiento.

Nada de lo que hacemos en SOPHOS tendría mucho sentido o fuera muy satisfactorio si no hubiera alguien para recibirlo. Si algo justifica las operaciones de SOPHOS, si algo le da un marco de sentido, es el poder nutrir al otro, conferirle algo que bien podemos llamar compromiso.

Todas esas personas, mundos e hipermundos: queremos crear puentes, facilitar contactos, gestar afinidades, formular uniones y puntos de atracción en el espacio, el tiempo y la
sensibilidad.

Pareciera SOPHOS un cerebro en donde ocurren incontables momentos sinápticos, generando ese doble milagro: el encuentro, el sentido.

Si damos tanta importancia a la relación es porque ya SOPHOS en sí mismo posee una identidad de comunión. Nuestra librería y operación cultural solo es posible gracias a
la concurrencia sensible e interdependencia cálida de innumerables personas y condiciones. Es una marca articulada en donde convergen toda clase de voluntades (las de quienes trabajamos, las de quienes creamos, las de quienes leemos, las de quienes ociamos), y donde clásicas y renovadas audiencias siempre se están dando cita.

SOPHOS tiene muchos, tantos amigos.

Sin todos esos amigos, SOPHOS no sería nada. Luego SOPHOS siempre está al acecho de la alianza inteligente, lo cual multiplica las soluciones y campos de sostenibilidad de la empresa.

Se puede decir que SOPHOS es un fiel reflejo de los tiempos estimulantes en los cuales vivimos. Estimulantes en cuanto generan increíbles redes de códigos culturales, exuberante catedral de vínculos y posibilidades, danza en armonía de un billón de partes. Toda esa reciprocidad nos conmueve como ninguna cosa. Solo hay una manera de defenderse de lo clausurado, y es por medio de la complicidad y de la apertura: vivir en reunión.

Incluso las personas solas que solo tienen eso –su soledad– mantienen en sí mismas una forma de relación, de cercanía, de intercambio, de íntima lealtad.

Nunca damos por descontado la confianza que nuestros clientes depositan en nosotros. Eso es algo sagrado. Es por lo mismo que procuramos estar ahí para ellos, de muchas maneras. Una de ellas es mantener un espacio caluroso y humano, atractivo y agradable, para la vida cultural y el placer informado. Una librería íntima y familiar que siendo sofisticada no sea inaccesible, sino por el contrario que ofrezca toda clase de rutas amistosas para sus clientes. Un auténtico refugio, siempre disponible, en donde cada cual encontrará, siempre y cada vez, respeto, afecto.

Ya en un sentido más amplio nos interesa devolver algo al contexto múltiple en el cual todos nos movemos. ¿Es posible crear una comunidad de bienestar? Nos parece que sí.