«Pertenece a la estirpe extinta de quienes reivindican el barrio.

Por ello, lo primero que avisan los sintéticos datos curriculares de Miguel Ángel González es que nació en el barrio madrileño de Carabanchel, hace una treintena de años a la que acaba de arribar.

Los estudios de guión y dirección se le notan, como también se le nota que, fiel a un humanismo igualmente extinto, ha sido profesor de talleres de cine en el Centro Penitenciario Madrid VI (Aranjuez).

Fiel, además, a la célebre frase de Picasso (“Yo no busco, encuentro”), se ha encontrado con que sus cortometrajes Dios se apiade de las cucarachas, Ni más, ni menos y Eres un payaso han recibido reconocimientos en festivales de cine en Bilbao, Castellón, Girona y Perú, entre otros.

Sin conocer a nadie en el jurado ni tener tratos prostibularios con editoriales tiburoneras especializadas en carroña precocida, ha obtenido por lo menos medio centenar de distinciones, entre éstas el premio Letras por su novela Nunca dejes que te cojan y el premio Novela de Humor JL Coll por El trabajo os hará libres.

Hace unas cuantas semanas, Miguel Ángel vino a Quetzaltenango a recibir el premio único de novela de los Juegos Florales Hispanoamericanos, que ganó unánimemente por La soledad de los suicidas, en cuyas breves páginas un jurado cubano integrado por Lourdes González Herrero, Mariela Varona Roque y Rubén Rodríguez encontraron una obra intensa, ágil, fluida y eficaz que sólo pudo ser escrita por “una voz en desarrollo que promete mantenerse en ascenso en el panorama de la literatura hispanoamericana contemporánea”.

Esto fue lo que les dejó dicho, unas cuantas horas antes de retornar al barrio de Carabanchel, Madrid, legendario por los añejos conciertos de Rosendo y, ahora, por las renovadas páginas de Miguel Ángel. »

JL PERDOMO ORELLANA

José Luis Perdomo Orellana: ¿Qué tiene que ver un vendedor de caramelos con la soledad del corredor de fondo que cree poner orden en el mundo, o por lo menos en el suyo, dándose el Supremo Autoservicio?

Miguel Ángel González: Realmente no tienen nada en común.

Hace años un amigo me contó que en el pueblo en el que pasaba los veranos había un pequeño puesto de caramelos y frutos secos. Lo curioso era que aquella tienda era la única de todo el pueblo en la que se vendían dulces, pero el dueño era una especie de ogro al que todos los niños temían. Me gustó la historia por todas sus vertientes. Por un lado estaban los niños a quienes les aterraba aquel tipo pero tenían que ir allí puesto que no había otro lugar en el que poder comprar golosinas. Por el otro, un tipo que odiaba a los niños y aún así montaba un negocio de dulces… años después viajé con mi amigo hasta su pueblo natal y me llevó a la tienda de la que me había hablado tantas veces. No quedaba nada, la habían cerrado e incluso habían tapiado su puerta con ladrillos y cemento.

En ese preciso instante decidí que El vendedor de caramelos era un buen pseudónimo para mis obras.

José Luis Perdomo Orellana: Arranca usted su novela diciendo que “Los muertos no necesitan a los vivos”. Con necesidad o sin ésta, en muchos cementerios de México, sobre todo en noviembre, con atmósferas de Bajo el volcán de Lowry, se la pasan llevándoles mariachis y juran que, si no lo hacen, “los muertitos pueden molestarse”; incluso les llevan los tragos y las comidas que prefirieron “en vida”… ¿Qué le dice esto?

Miguel Ángel González: Unas cuantas páginas después aparece otra frase similar que responde a esta pregunta: Los vivos necesitan a los muertos.

Durante algún tiempo estuve haciendo un voluntariado en un centro penitenciario. La actividad consistía en intentar enseñar los conceptos básicos del cine a los internos. Lo realizaba junto a una amiga. Pasábamos la mañana del sábado allí con ellos hablándoles de planos secuencia, saltos de eje y de puntos de giro. Al final del taller rodábamos un cortometraje en el que tenían que poner en práctica todos los conceptos aprendidos y luego hacíamos un multitudinario estreno al que asistían internos de varios módulos.

Todo el mundo nos felicitaba por nuestro trabajo, los funcionarios de la cárcel, los miembros de la asociación a la que representábamos, nuestros familiares y amigos. Todos nos recordaban una y otra vez lo buenas personas que éramos por dedicar parte de nuestro tiempo libre a intentar ayudar a otros más desfavorecidos.

Un día al terminar nuestro taller, mientras volvíamos a casa en el coche, mi amiga me miró y me dijo: ¿Todo esto lo hacemos por nosotros? ¿No lo has pensado nunca? Todo el mundo piensa que les estamos haciendo un favor a ellos, pero no es cierto, nos lo hacemos a nosotros mismos.  

Hasta ese momento nunca lo había pensado. Era cierto. Aquellas clases significaban mucho más para nosotros que para ellos. Trabajábamos en una oficina en la que pasábamos ocho horas al día haciendo un trabajo que no nos aportaba nada. En cambio cuando estábamos allí, era como si por un rato todo tuviera sentido.

Los muertos no beben tequila, ni güisqui, tampoco café… somos nosotros, los vivos, quienes necesitamos creer que les hace falta.

JLPO: Luego de ese arranque, cita usted: “(…) nuestras vidas son tristes, fatigosas y cortas. Nacemos, nos suministran la comida necesaria para mantenernos y a aquellos de nosotros capaces de trabajar nos obligan a hacerlo hasta el último átomo de nuestras fuerzas; y en el preciso instante en que ya no servimos, nos matan con una crueldad espantosa”. Pareciera que está usted citando la vida y muerte de miles de campesinos y obreros latinoamericanos… ¡pero se trata del “Discurso del cerdo Willingdon Beauty” sacado de Rebelión en la granja de Orwell! Entre otros servicios, ¿le sirve a usted la literatura como espejo de los “ejércitos de reserva” que componen la desolación circundante?

MAG: Lo que me apasiona del texto de Orwell, por encima incluso de la propia calidad literaria que pueda tener la novela, es su capacidad de adaptarse a todos las épocas posteriores al momento en el que fue concebida. Aunque el autor la escribió como crítica al sistema soviético, esa misma narración, sin cambiar una sola coma, valdría para explicarle a un niño pequeño el problema de la sociedad actual, el nacimiento y la enquistación del capitalismo que nos ha llevado a una crisis económica y moral sin precedentes.

Supongo que la explicación de todo esto es tan sencilla que algunas veces la pasamos por alto: debe ser francamente difícil gestionar el poder, y las buenas intenciones, como también cito en la novela, no suelen servir de nada.

JLPO: Alguien que dice “sé que en algún momento de sus vidas les ocurrirá algo horrible, y esa aparente tranquilidad que muestran mientras hacen la compra o se dirigen a sus puestos de trabajo se desvanecerá”, ¿es un paranoico o sólo está haciendo uso de su sentido común?

MAG: El uso continuado del sentido común es lo que lleva al hombre a la demencia.

JLPO: En la página 58 de su novela (versión “Colecciones literarias Domingo Lima Domínguez) el protagonista asegura que “Hay gente que desde que nace parece estar tocada por una varita mágica”. ¿Incluiría usted en esta apreciación a Baltasar Garzón, Messi, Aznar, Cristiano Ronaldo y Shakira?

MAG: Cuando estudiaba cine, nuestro profesor de guión nos propuso un ejercicio que consistía en elegir un tema al azar y escribir dos textos opuestos sobre él. En el primero debíamos defenderlo y en el segundo debíamos escribir justo lo contrario, un texto que lo criticara. El objetivo del trabajo, obviamente, no era otro que demostrar que un mismo acontecimiento, un mismo personaje o una misma novela, se pueden defender con vehemencia y lógica desde dos puntos de vista diametralmente opuestos.

La pregunta me ha recordado al ejercicio. Supongo que dependiendo de la persona a la que se le pregunte cualquiera de los personajes citados podría o no estar tocado por una varita mágica. Garzón sin ir más lejos puede ser para muchos un profesional ejemplar que se atrevió a adentrarse en temas tan complejos de la política española como el caso GAL, la banda terrorista ETA o los crímenes del franquismo, pero en cambio si se les pregunta a los señores del Consejo General del Poder Judicial dirán que lo más justo es inhabilitarle por ejercer la prevaricación.

Fíjese si habrá puntos de vista y opiniones para todo que hasta del señor Aznar he escuchado yo decir por aquí que fue el mejor presidente de la democracia española.

JLPO: En menos de media cuartilla aparecen en su novela Kurosawa, Ford Coppola, Leone, De Palma, entre otros directores de cine. ¿Ve más cine de lo que escribe y lee o cómo lleva esto?

MAG: También aparecen escritores como Maurice Leblanc o el ya mencionado George Orwell, dibujantes como Rob Liefeld y Alan Moore o músicos como Bob Dylan o Jimi Hendrix… hay sitio para todos. Lo que ocurre es que en mis historias siempre intento que los diálogos no sean intrascendentes. Me gusta pensar que cada conversación tiene un peso fundamental sin la cual no se entendería la narración. Por eso me apasiona el cine, los mejores diálogos de la historia los han escrito guionistas.

Como aquella conversación en Chinatown, de Roman Polanski, en la que al ver la enorme cicatriz en la nariz de Jack Nicholson otro personaje le pregunta:

– Dios mío, ¿qué le ha pasado a su nariz?

– Me corté afeitándome – responde él.

– ¿Le duele mucho? –le vuelve a preguntar.

– Sólo cuando respiro –sentencia.

JLPO: ¿Qué hacen Bukowski y Palahniuk deambulando en algunas líneas de su libro premiado? ¿No sería una incomodidad para Buko, tan narciso, compartir créditos con alguien mucho menos viejo que él?

MAG: Ambos escritores tienen algo en común, tanto Palahniuk como Bukowski eran tipos normales que tenían vidas aburridas y que pensaban que vivirían presos de ellas hasta el día del juicio final, pero a los que un día la fama les llegó de forma inesperada. Ambos coinciden también en que su primera obra, la que les catapultó al éxito, la escribieron en menos de un mes. Por todo esto yo siempre he pensado, aunque no es más que una opinión personal, que ambos también coinciden en haber creado un personaje con el que enfrentarse a su nuevo estatus. No creo que Bukowski fuera narcisista, más bien un tipo introvertido que se vio obligado a diseñar un personaje a la altura de las circunstancias. Así que, bajo esta premisa, no creo que a ninguno de ellos les pudiera molestar aparecer “de prestado” en mi libro.

En cualquier caso la edad no debería ser un problema, Bukowski dejó de cumplir años en 1994 cuando contaba 74 y yo aún no había cumplido 12. En la actualidad él sigue fijo en su misma cifra y yo ya he rebasado los 30. Alguna ventaja tenía que tener pasar a la eternidad.

JLPO: “El problema” de alguien ¿consiste en tomarse la vida demasiado en serio o en tomársela a la ligera?

MAG: El mío, en concreto, consiste en que intento tomarme la vida a la ligera pero siempre aparece algún hijo de puta que acaba consiguiendo que me la tome demasiado en serio.

JLPO: La patria ¿es “un invento”? Quienes se sienten patriotas ¿son unos “tarados”?

MAG: La patria de cada uno es real. Lo que ocurre es que mi patria, como la de cualquiera, es un Frankenstein formado por lugares, recuerdos, familiares y amigos. La patria es el barrio en el que hemos crecido, nuestros compañeros de escuela, los lugares en los que hemos sido felices, los olores de nuestros platos preferidos, los bares en los que nos hemos emborrachado… y todos esos lugares y sentimientos pueden ubicarse a miles de kilómetros de distancia los unos de los otros. La patria de cada uno no tiene fronteras.

 Las otras patrias, las que se delimitan en los mapas, no me despiertan el menor interés.

JLPO: El protagonista acepta que vio una de las 400 partes de Rocky. ¿No es como para desconfiar de él o, por lo menos, para no dirigirle la palabra?

MAG: Lo peor no es que el protagonista de la novela confiese haber visto una de las 400 partes de la saga de Rocky Balboa, lo peor es que el autor del libro las vio todas. Y más grave aún, no hace más de un mes me encontraba haciendo cola en la puerta de unos multicines para conseguir una entrada para el estreno de la segunda parte de Los Mercenarios (Los indestructibles en Hispanoamérica) también con el incombustible Silvester Stallone, y sus seis décadas de existencia, al frente.

JLPO: Escribir es “parte de la terapia” del protagonista. ¿Qué es la escritura para usted?

MAG: Parte de mi propia terapia.

JLPO: ¿Qué puede haber en el cráneo de alguien capaz de exclamar: “¡Qué montón de libros! ¿Son todos diferentes?”?

MAG: Un vacío gigantesco, supongo.

Debo confesar en cualquier caso que esa frase la incluí porque me recordaba a mi infancia; cuando de pequeño le pedía a mi padre que me comprara un libro siempre me decía: ¿Otro libro nuevo? ¿Para qué lo quieres? ¿No te vale alguno de los que ya tienes?

JLPO: En serio, ¿puede haber alguien capaz de caminar “de espaldas” casi 18 mil kilómetros, sin que lo detengan para recetarle una camisa de fuerza o un electroshock por cada kilómetro caminado?

MAG: La única explicación coherente para esa historia es que el tipo en cuestión nació en California, y todos sabemos que los norteamericanos son personajes muy peculiares que hacen cosas muy extrañas constantemente. Sin ir más lejos votaron a George W. Bush para que fuera su presidente durante ocho largos años.  

JLPO: ¿En dónde están los dioses cuando un “tipo gordo” atropella a “una niña de trece años” que va “camino a la escuela”?

MAG: Si realmente existen, si como muchos aseguran fueron los dioses quienes establecieron la luz y la oscuridad, quienes crearon todo cuanto nos rodea y quienes hicieron al ser humano a su imagen y semejanza; la verdad es que viendo el resultado yo soy partidario de mirar a ambos lados antes de cruzar la carretera porque no creo que uno pueda depositar demasiada esperanza en ellos.  

JLPO: Si pudiese “cambiar de vida usando los botones del mando a distancia”, ¿qué incluiría y qué excluiría su vida?

MAG: Antes de responder a esa pregunta necesitaría saber si además de cambiar de vida usando los botones del mando a distancia, podría después, si no acabo conforme, regresar a la vida anterior. Yo soy de los que creen firmemente que hasta las cosas que más odiamos de nuestra rutina se pueden acabar volviendo añoradas en un determinado momento.

En la película Conocerás al hombre de tus sueños, de Woody Allen, el personaje interpretado por Josh Brolin, que es un escritor frustrado casado con Naomi Watts, se queda prendado de su nueva vecina, Freida Pinto, y la observa a escondidas día tras día desde la ventana de su casa. Un día coinciden en la calle y comienzan a entablar una amistad que desemboca en un romance. Finalmente él se separa de su mujer y se marcha a vivir con la chica a la que había idolatrado en la distancia. Unas pocas semanas después, ya instalado en su nuevo apartamento, descubre a su ex mujer cambiándose de ropa y en ese momento siente una inexplicable atracción hacia ella que le obliga a espiarla a escondidas día tras día desde la ventana de su casa.

Se podrían escribir cientos de páginas sobre el tema, pero pienso que sería complicado explicarlo mejor.

JLPO: Se ha dicho incluso por escrito: los mayores premios literarios, el Planeta por ejemplo, se dan en España por lo menos un año antes de que sea publicada la convocatoria. ¿Qué piensa de eso y qué del hecho, ciertamente literario, de haber ganado un premio en un país donde jamás había estado y por añadidura no conocía a nadie?

MAG: Ni yo conocía a nadie en Guatemala ni nadie allí había oído hablar nunca de mí, lo que significa que este galardón, por su tremenda honestidad, tiene un valor incalculable para mí.

Hace poco se entregó en España el premio RBA de novela negra, que es un galardón de gran “prestigio” en el que además al premiado se le concede la nada desdeñable cifra de 125.000 euros. El caso es que varias semanas antes de su fallo, cuando supuestamente el jurado se encontraba inmerso en el proceso de lectura, un periodista anunció que Michael Connelly sería el vencedor en el certamen puesto que el contrato con su nueva editorial ya había sido firmado muchos meses antes y en él se detallaba, en una de sus cláusulas, la obtención del premio. Evidentemente el 6 de septiembre de este 2012 el jurado, encabezado por Lorenzo Silva, anunció en una multitudinaria rueda de prensa que tras una ardua lectura de todas las obras habían decido premiar la novela presentada bajo el título La caja negra, cuyo autor, casualmente, era Michael Connelly.

Si se me pregunta qué siento ante esta situación, diría que lo mismo que cualquiera que lea esta historia que acabo de contar, un profundo desprecio hacia todas esas grandes editoriales que forman parte de este macabro juego de corrupción literario, hacia los escritores que les ríen las gracias para seguir cobijados bajo su manto y a quienes aceptan cuantiosos cheques a su nombre en los que debería figurar el de algún otro escritor más talentoso a la par que menos mediático.

Mis abuelos son vendedores ambulantes, mi padre cerrajero y mi madre ama de casa. No tengo amigos escritores, tampoco editores, ni siquiera periodistas que puedan hacerme publicidad. Así que lo poco que conseguí escribiendo fue porque alguien cogió uno de mis manuscritos, disfrutó con él y decidió premiarlo, editarlo o divulgarlo de la forma que creyó más conveniente. Esto evidentemente no me convierte en mejor o peor escritor que nadie, pero sí me sirve para diferenciarme de aquellos a quienes nunca me quise parecer.

JLPO: ¿No le causó estupor tener que venir a recibir un premio literario en uno de los lugares más violentos del planeta?

MAG: Me causó mucho más estupor tener que hacer escala en Houston, Texas, y pasar sus controles de seguridad, su aduana, ser víctima de sus cacheos, responder sus absurdos cuestionarios y cuando pensaba que todo había terminado, tener que pagarles 14 dólares simplemente porque me permitieran pisar “suelo americano”.

JLPO: Por último pero, como dice la frase hecha, no por ello menos importante: luego de volar desde Madrid para asistir a la premiación de los Juegos Florales Hispanoamericanos de Quetzaltenango, en su edición LXXV correspondiente al año 2012, ¿qué recuerdos se llevó de esta parte del mundo?

MAG: Muchos. Pero no los suficientes, así que estoy deseando volver para poder acumular más recuerdos de Guatemala y especialmente de Xela. Sobre todo me llevo el cariño y la gratitud con la que me recibieron, tanto los miembros de la comisión permanente de Los Juegos Florales, como todos los que formaron parte del evento, las reinas de belleza, los miembros de la prensa que estuvieron en la entrega, el público asistente… fue algo inolvidable. También los días previos a la entrega en Ciudad de Guatemala y los posteriores haciendo turismo en La Antigua, donde celebraban la fiesta de la independencia, me los llevo grabados en la memoria.

El día posterior a la entrega, tras la agradable charla periodística que mantuvimos los autores premiados con el maestro Perdomo, se acercó al lugar en el que yo estaba un hombre que, casualidades de la vida, había nacido y vivido en Carabanchel, el barrio madrileño en el que yo me crié. Estuvimos hablando largo y tendido y en un momento de la charla me comentó que llegó a Guatemala por casualidad, pero que le gustó tanto la hospitalidad de la gente, tan distinta a la de nuestra tierra, que se vio en la obligación de quedarse allí a vivir.

Me pareció una frase fantástica, así que se la tomo prestada para usarla a modo de cierre de esta entrevista.

Un fuerte abrazo.