No hace falta hablar bien de La música de las letras, el libro más reciente de Fernando Savater. Basta citar un par de frases. Para estar seguros, van cuatro citas.

Quien escribe sabe bien que no es capaz de ninguna página perfecta, pero los lectores tenemos la ventaja de poder hallarlas en los demás.

Y sin embargo [Tintin] siempre funciona. Sus viñetas forman un universo paralelo, un minucioso espejismo al que no puede irse a vivir por un rato o quizás intimamente para siempre. Es otro mundo, a salvo del tiempo y de la muerte, donde la ambición cruel fracasa y la amistad siempre obtiene recompensa.

Y ello porque es más fuerte el atractivo de los interrogantes que el catálogo de posibles resouestas.

Uno de los rasgos inequívocos de vulgaridad intelectual es el arrobo ante lo confuso y el rechazo de lo complejo.

Como reza la contraportada: Los cazadores exhiben orgullosos como trofeos las mejores piezas que han conseguido. Fernando Savater es un certero cazador de grandes escritores.

Una celebración de esa emoción singular: el placer de la lectura.